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Chus Neira

Funcionarios en peligro de extinción

El envejecimiento de la plantilla municipal y sus consecuencias

En el buzón de entrada del correo electrónico de un trabajador del Ayuntamiento de Oviedo, los mensajes de “jubilación de nuestro compañero” eran hasta hace tres o cuatro años un goteo de cadencia lenta. Un par de ellos al mes. Luego fueron tres, cuatro, cinco… Y en este 2021 solo en enero entraron 9 anuncios de personal que había llegado a la edad de marcharse a casa. Los indicios de que la plantilla municipal está muy envejecida, quedándose sin personal veterano en sus áreas, se multiplican por todas partes. En mayo, cuando se celebre Santa Rita, ya no serán, como solía, una mayoría de trabajadores homenajeados por cumplir 25 años de servicio y una minoría de 40 ó 50 cursos al pie del cañón. Ahora se ha dado la vuelta y en el tablón de anuncios de este año se pueden contar 9 que llevan 25 años y 11 que llevan 40. De una forma más evidente, por ir al meollo, si uno repasa las jubilaciones en el Ayuntamiento de Oviedo desde los años noventa comprobará que se ha pasado de una media anual de unos veinte trabajadores a la sangría de las 78 jubilaciones de 2019.

El representante de CC OO en el Ayuntamiento Xosé Nel Valdés explicaba gráficamente hace pocos días que las grandes incorporaciones de personal municipal que se produjeron a finales de los ochenta y principios de los noventa han completado el ciclo sin encontrar relevo. Aquellos jóvenes que vinieron a rejuvenecer el consistorio son, hoy, los viejos funcionarios a punto de jubilarse sin poder dejar el testigo a nadie.

Paco Obeso, de CSIF, añade detalles al relato: “Las últimas oposiciones importantes fueron en 1991 ó 1992. Después, dejando a un lado Policía y Bomberos, fue incorporándose personal a cuentagotas, salvo alguna convocatoria de administrativos”.

Lo que sucedió luego, desde 2012, fue que la tasa de reposición impidió, salvo en el área de Seguridad, convocar tantas plazas como jubilaciones. La normativa nacional iba encaminada a racionalizar y redimensionar las plantillas hinchadas de la administración local. La del Ayuntamiento de Oviedo puede que no lo fuera tanto. No, al menos, en la actualidad, con unos 700 trabajadores, muchos de ellos personal no funcionario, laboral indefinido no fijo o personal eventual.

Pero si la tasa de reposición es un problema para todos los ayuntamientos españoles, ¿por qué Oviedo lo ha sufrido con mayor fuerza? Obeso explica que entre los noventa y 2012, en la época en que “todavía había dinero”, no se actuó “con diligencia”. Eso, sumado a los retrasos acumulados en la convocatoria de las pocas plazas que se pueden sacar, ha llevado a la crisis actual.

Funcionarios en Trascorrales durante la celebración de Santa Rita en al año 2019. | Irma Collín

Lo representantes sindicales concluyen que “no hay una solución mágica”, pero afean a los políticos que vendan las ofertas de empleo y las convocatorias de oposiciones como la gran solución. Las que se van a convocar este año, si se logra, corresponden en realidad a la oferta de empleo público de 2018, anunciada entonces por el concejal de Personal Iván Álvarez, de IU, como “una oferta de empleo histórica”. El responsable ahora en ese puesto, el edil del PP Mario Arias, utiliza parecidas palabras para anunciar las oposiciones, pero los sindicatos le afean que no explique que todas esas plazas van a cubrir solo una parte de los huecos dejados por las jubilaciones. No hay, por tanto, creación de empleo ni se crean nuevos puestos.

Además, se añaden otros dramas. Paco Obeso es muy crítico con la convocatoria de las plazas del personal laboral procedente de los trabajadores de colaboración social. Estos empleados fueron, en su día, los parias de la administración. Gente contratada sin los mismos derechos, sin derecho a bajas ni los descansos de sus compañeros, mal pagados en muchos casos pues se le abonaba con respecto a sus últimas cotizaciones. Ahora ya están equiparados, pero muchos lo pasaron mal muchos años. Sacar sus plazas a concurso, cuando ellos aún no han pensado en jubilarse (los laborales, a diferencia de los funcionarios, pueden alargar su retiro hasta cuando deseen) es un doble daño, incide Obeso. Por un lado, si no obtienen la plaza se les despedirá y hay que indemnizarlos. Por otro, se pierde una persona con experiencia. En tercer lugar, se le priva a un trabajador que ha sido “explotado” por la administración de cotizar un poco más para lograr una pensión digna.

Con esta situación, el futuro se presenta complicado. La posibilidad de recurrir a las bolsas de interinos se va agotando, hay personal que se puede contratar de forma temporal para programas concretos, bien definidos y capaces de sacar proyectos específicos adelante, sí. Pero otros trabajadores veteranos explican que se va perdiendo músculo allí donde más falta hace. Esos técnicos auxiliares, a pie de obra, en la calle, vigilando las contratas, controlando que todo funcione bien en la ciudad. De esos, se lamentan, ya van quedando muy pocos y no se espera relevo. Hay destinos municipales que parecen la última frontera, el último operario en pie. Después de ellos, el diluvio.

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