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Vidal Gago Pérez

Crítica / Teatro

Vidal Gago Pérez

Y ríase la gente

Interpretaciones de calidad para un clásico español

... un auteur ne nuit jamais tant … que quand il dissimule une difficulté.

Évariste Galois

La adusta mirada del inquisidor traspasaba el portón del edificio histórico de la Universidad y alcanzaba a ver las terrazas concurridas de la calle San Francisco en el tránsito de la Escandalera al Filarmónica. Tarde de sábado soleado y primaveral con mucha gente pendiente del fútbol, lo que no invitaba a encerrarse en el teatro precisamente. Cabía pensar que sólo por llevar la contraria se representaría alguna sesuda pieza de las que al espectador le estragan con vladimiros o cantantes alopécicas. Nada más lejos de la realidad pues era teatro clásico español del bueno y muy divertido. Para la ocasión “Abre el ojo”, de Rojas Zorrilla.

Alerta al espectador al comienzo. Un joven en paños menores y una moza en bodi y medias de malla que no parecen muy del Siglo de Oro. Además el “déshabillé” femenino y el algodón de abanderado nunca han quedado bien en las tablas salvo que así lo prescribiera Tennessee Williams y los vistieran Kathleen Turner y Marlon Brando, pero de súbito se va centrando la función y comienzan los enredos, los requiebros y los celos. No es fácil en un escenario reducido en el que permanecen nada menos que ocho personajes durante la hora y media del espectáculo sorteando con habilidad sillas, bargueño, biombo y otros elementos de la cuidada escenografía. Los tropiezos se resuelven con improvisada soltura y enriquecen la pieza.

Así, como en las buenas corridas, la faena se viene arriba en la suerte de banderillas –qué mejor que las de Esplá– para goce del espectador ávido de divertimento y sonrisas, ya cansado de las caras serias de los josetomases y sentimientos trágicos de este último año. Como el maestro alicantino, la compañía “A66” recupera suertes antiguas y gallea con una de las denominadas comedias de figurón, que tuvieron como exponente más conocido el de “Entre bobos anda el juego” del mismo autor. El alegre torero es además licenciado en Bellas Artes mientras que la mayor parte del elenco de la compañía ha cursado sus estudios en la Escuela Superior de Arte Dramático y ello se refleja en la calidad de su interpretación. Veremos si la corriente imperante no muda el nombre de esas titulaciones en Ciencias de la Representación o alguna otra modernez parecida.

La sabia dirección del vodevil por parte de Francisco Pardo y la excelente actuación coral entre devaneos, embrollos, amoríos y embustes ocultan lo difícil que es hacer reír con inteligencia. Quizá tuvo razón Galois cuando aseveró que ése era el más pernicioso de los engaños. Otro matemático, César Alonso, borda el papel de Cartilla y desafía fuera de escena eligiendo arma: “Pistola no. Mejor sable, que hay que arrimarse más.” Si el francés murió joven tras el disparo en un duelo por un lío de faldas, afortunadamente los rasguños sufridos por don Julián no le impedirán retornar a las tablas el próximo miércoles cinco de mayo, cuando volverán a actuar en el Palacio Valdés. De nuevo habrá fútbol entonces, ¡cómo no! y puede que buen tiempo, pero tomen nota los avilesinos y saldrán con una enorme sonrisa agradecidos al buen hacer de esas cuatro actrices y otros tantos actores que se han echado a la carretera. En concreto a la A66.

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