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Guillermo García-Alcalde

Carta a Chano

Ante el fallecimiento de María José Cervero, esposa del director emérito de la Fundación Princesa de Asturias

Imagino tu soledad y sé que es inmensa. Con Fefi has convivido más de medio siglo en la identidad del amor conyugal, la paternidad y el amistoso vínculo de las ilusiones, los proyectos, problemas y logros que desgranan una biografía en común. La amistad es el alma de las almas, escribió Lope de Vega, y esto advierte que, más allá del amor, o dentro de él, solamente una fuerza de esa naturaleza crea lazos imperecederos, creadores de valor espiritual y cualificadores de la vida.

Fefi ha sido tu más intensa referencia, tu inspiración. Inteligente y culta, afectuosa, independiente en su propio desarrollo profesional, adicta a la alegría de la reunión, inagotablemente joven; así es como la recuerdo. Con su punto de ironía en ocasiones, que sabía desdoblar en estímulos para animar una conversación interesante y desprejuiciada entre amigos.

No sé cuantos años han pasado desde que Mary, mi mujer, y yo, nos encontramos con vosotros. La distancia física es muy grande, pero aún es más separador el trabajo en que nos vamos sumergiendo hasta que llega el primer aviso de que estás a tope. Ya no puedes dar marcha atrás y sigues bregando mientras te dejan, porque nada puede sustituir la pasión de la entrega a esa actividad. Me llevaste a LA NUEVA ESPAÑA, después a “Asturias semanal” , tu editorial publicó alguna cosa mía y hasta en 19 ocasiones recibí tu invitación a formar parte del jurado de las Artes en los Premios Príncipe de Asturias. No pude estar en todas esas ocasiones, muchas de ellas limitadas a un día y medio en Oviedo. Tampoco tuve la suerte de saludar siempre a Fefi, pero cuando esto ocurría en las felices reuniones posteriores al acto oficial de entrega de premios, verla a ella y poder cruzar cuatro impresiones familiares, era uno de los estímulos movilizadores de mi asistencia. Una vez, la fatiga de las prisas hizo que llegara a Ranón, desde Las Palmas, con una arritmia cardiaca descomunal. Del aeropuerto fui al hospital de Cabueñes, donde mi hermana me normalizó durante la noche. Al día siguiente di por concluida la observación médica, escapé y estuve en el Hotel de la Reconquista a la hora fijada para el trabajo del Jurado de las Artes.

Graciano García con su esposa, María José Cervero, en la imagen que el director emérito de la Fundación Princesa de Asturias difundió en las redes sociales tras el fallecimiento.

¿Y por qué hablo de todo esto? Tan solo por aludir a distancias, adhesiones personales y anécdotas que nos ligan a los más queridos amigos. Por decirlo como Shakespeare, “en mis amigos están mis riquezas”. Y tu amistad, como la de Fefi, es uno de los grandes activos de nuestra vida.

En cierta ocasión fueron vuestros hijos a charlar un rato en mi despacho de Madrid. Allí los conocí y me parecieron claros trasuntos de tu impulso y del encanto personal de su madre. Otra recompensa que teníais ganada.

Quería, fraternal Chano, manifestarte mi adhesión más amistosa y me voy por las ramas. ¡Son tantas y tan brillantes…! Pienso con frecuencia en una ocasión de vernos y hablar sin medida. Me interesa mucho el Festival Mundial de Poesía en Oviedo, el desarrollo de tu propia obra poética y todas las nuevas piezas de tu colosal mosaico. Sobre todo, escucharte y comprobar las fuerzas propulsoras de tu entusiasmo. Mary yo estamos evocando nuestras vivencias compartidas y haciendo votos para que tu memoria seleccione tan solo lo más hermoso de tus años con Fefi y llenándola de razones para seguir admirándote desde las verdes praderas de la eternidad.

Abrazos para ti, tus hijos y hermanos, amigo querido.

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