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Ángel de la Fuente

De Trubia a Baíña sí hay recorrido

Los atractivos turísticos de una ruta ferroviaria con muchas posibilidades

Los medios de comunicación han recogido últimamente la posición de aquellos que defienden el desmantelamiento de la vía entre Trubia y Baíña. No lo puedo entender. Respeto, como no puede ser de otra manera, las opiniones vertidas sobre este asunto, aunque en modo alguno las comparto. Se nos hace la boca agua con las sendas; sin embargo, de la conservación y mantenimiento, si te he visto no me acuerdo, por lo que estas veredas quedan envueltas en una atmósfera cargada de desolación.

Me da mucho que pensar la defensa de levantar las vías por parte de quienes se les presupone sensibilidad no solamente con la naturaleza sino con el patrimonio. ¿Y qué decir de la propuesta de construir talleres para que los trenes no tengan que salir de Mieres? Un gasto añadido a la conversión de una vía férrea en una ruta para andarines y paseos en bicicleta o sobre esbeltos corceles. ¿No sería mejor destinar el dinero a completar en la medida de lo posible la senda verde que une La Pereda con Vega de San Pedro hasta La Foz? Creo que hay que dejar de apostar por la cultura del derribo y optar por potenciar la creatividad para adaptar las infraestructuras a cada contexto. Me llama la atención ver que Francia cuenta con noventa y cinco ferrocarriles históricos y en Gran Bretaña la cifra alcanza los doscientos, con una participación de más de tres mil voluntarios.

Asturias ha visto pasar a mejor vida el ferrocarril del valle del Trubia, cuya caja acogió una senda bastante abandonada con un trágico e irreparable accidente. Años después, uno de los alcaldes manifestaba la idea de recuperar el legendario ferrocarril. La Foz de Morcín-La Pereda, el tranvía de vapor entre Arriondas y Covadonga corrieron la misma suerte al igual que el ferrocarril de Puente Nuevo a Ribadeo a su paso por tierras asturianas. Corrían los años sesenta cuando se certificó el acta de defunción de algunos de ellos en pleno desarrollismo que hizo de la expresión “todo lo antiguo está llamado a desaparecer” una de las señas de su identidad. Cuando se adoptan estas decisiones se comete un grave error cuyas consecuencias son irreparables. Nuestros jóvenes tienen que ser inoculados con una buena vacuna que despierte en ellos el gusto por preservar y recuperar el patrimonio, ya sea natural o histórico-artístico.

Me llena de satisfacción escuchar la sintonía entre las administraciones locales de Mieres, Morcín, Ribera de Arriba y Oviedo. Comparto el proyecto de la Asociación Santa Bárbara, pero no me identifico con el titular: “Un tren histórico entre Trubia y Baíña carece de recorrido”. Opinar en estos términos no creo que sea por desconocimiento, al revés quiénes así lo aseguran saben que no es cierto porque hacen de la demagogia el fundamento de aquello que justifican. El trazado como ya he esbozado en otro artículo da para mucho entre Oviedo y Aller, Aller y San Esteban de Pravia, Aller y Gijón con la organización de diferentes trenes turísticos en función de la época del año y la oferta a los centros educativos asturianos como recurso para desarrollar el programa de actividades complementarias y extraescolares.

Recorrido con atractivos

El recorrido es tan denso que obligará contar con expertos que pongan en valor los diferentes recursos que nos ofrece. A modo de ejemplo voy a centrarme en el potencial del trazado ferroviario entre Trubia y Mieres. El convoy parte de Oviedo. Su primera parada es Trubia. ¿Qué hay que ver en esta localidad? La topografía y la red hidrográfica, el entorno del complejo fabril que se gestó a partir del siglo XVIII, las vías de comunicación, los barrios obreros y los chalés de los mandos, la instalación de industrias como Doy, Química de Nalón y ya en la estación el fondo de saco en pleno sigo XXI.

Enclave pintoresco

Continuamos ascendiendo el Nalón y desde el tren podemos divisar las torres de Priorio antes de hacer un alto en Fuso de la Reina. ¿Acaso no merece la pena conocer este pintoresco enclave ferroviario? Allí, el viajero puede identificar el triángulo ferroviario, la imponente estación proyectada por Bustelo, las edificaciones destinadas a los empleados del ferrocarril, el estacionamiento de los carboneros inmortalizados por Eugenio Tamayo en un pequeño óleo, la minicentral hidráulica de Puerto, la vivienda obrera del franquismo sobre los bancales de Las Viñas.

Es tiempo para un refrigerio y tras un descanso la comitiva llega a Soto de Ribera en diez minutos. Otro lugar idóneo para explicar la construcción de la central térmica y ahondar en sus perspectivas de futuro, sin olvidar el hórreo que con tanto mimo ha protegido y potenciado el cercano lugar de Bueño. Finalizada esta parada se retoma la marcha y a una velocidad moderada el viajero va disfrutando del paisaje a la vez que la megafonía transmite información sobre Argame, Parteayer, el Monsacro, el lecho encajado del Caudal que se abre cuando entra en el concejo de Mieres, la singular estación de Peñamiel, el puente colgante y la senda verde de La Pereda a la Vega de San Pedro.

La llegada a Baíña permite disfrutar de un valle más abierto. Es el inicio del servicio de viajeros hasta Collanzo. La Pereda, Ablaña y por fin Mieres muestran el antiguo solar de Fábrica de Mieres, cargaderos de carbón y en la capital del concejo el ensanche, la pinacoteca del IES Bernaldo de Quirós, la huella de los ferrocarriles que surcaban sus calles, la antigua estación del ferrocarril Vasco-Asturiano, las consecuencias de la reconversión industrial y el despilfarro de fondos europeos para construir un complejo universitario fantasma.

Y concluyo con este interrogante: ¿no tiene recorrido? Vaya sí lo tiene, este es uno de tantos que se pueden ofrecer. El éxito estará asegurado con una buena campaña de promoción si se cuenta con personal cualificado que no solamente tenga muchos conocimientos, sino que se capaz de transmitirlos. Frente al tesón de quienes mantienen la impertérrita defensa de una senda verde, yo hago mía la expresión “aquí no se desmantela nada” tanto en el ámbito del ferrocarril como en el espacio urbano y rural cuando el valor de lo que se intenta enterrar es innegable porque forma parte de la historia que nos han legado nuestros padres y abuelos.

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