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Cristina Coto

Terrazas y vecinos

Sobre los espacios hosteleros en la vía pública

En el Pleno del pasado 4 de mayo, Vox propuso impulsar, de cara a la elaboración de la nueva ordenanza de terrazas, la participación activa de las asociaciones vecinales por entender, más que deseable imprescindible, un consenso entre los vecinos y los hosteleros. PP y Cs votaron en contra con el manido pretexto del “estamos en ello”. Veremos.

Lo cierto es que muy pocos ovetenses cuestionaron la acertada medida de extender el espacio destinado a las terrazas, para compensar las tan abusivas como absurdas restricciones impuestas desde el Gobierno de España que han sumido en la ruina económica a buena parte de nuestra economía. Los ovetenses, siempre solidarios, toleraron una medida que nació como temporal pero que ahora descubren que el bipartito quiere hacer permanente. ¿Es oportuno que, volviendo poco a poco los establecimientos a la normalidad de horarios y usos interiores se quiera perpetuar lo que nació como excepción? Pese a que unos y otros aleguen sus respectivos programas electorales, lo cierto es que tal medida no aparece en el Acuerdo de Coalición suscrito entre PP y Cs.

La cuestión es más que controvertida y para muestra basta con recordar lo que sucedió con la última ordenanza que, tras ser aprobada por unanimidad de todos los grupos municipales, generó un fuerte enfrentamiento entre una patronal de la hostelería y algunas asociaciones vecinales y colectivos de discapacidad. Cuatro años después, nada menos, el Tribunal Supremo dio por bueno aquel texto.

Ante intereses en conflicto se trata, como puso de manifiesto nuestro Tribunal Superior de Justicia de hacer posible el uso compartido de los espacios públicos, sin que una parte de la población se sienta perturbada por el establecimiento de las terrazas en la vía pública. Reiterando el apoyo a empresarios y trabajadores no podemos obviar sin más a la otra parte, los vecinos que con sus concentraciones y posicionamientos han dejado claro que no van a asumir de manera acrítica una ciudad llena de terrazas, y tampoco la falta de disposición municipal que, hasta donde sabemos, contempla escucharles en el trámite de “información pública”, tal y como ha reconocido en comisión Ignacio Cuesta. Las invocaciones al deseable consenso, de momento, se expresan micros afuera.

En las terrazas socializamos, conversamos y, en este momento, combatimos el aislamiento de la pandemia. Siendo todo ello bueno los ciudadanos son conscientes igualmente de las limitaciones al paso de los viandantes, el ruido, los aparcamientos en segunda fila, los coches de distribución sin zonas suficientes de carga y descarga, etcétera. Por ello la importancia del dialogo y más, de la toma en consideración de las diferentes posturas.

Seguramente colmó el vaso que el proyecto viera la luz en un documento con doble membrete, del Ayuntamiento y de la determinada patronal, a la vez que se afirmaba que “la pandemia haya demostrado que convivir es posible”. No es verdad, simplemente la parte vecinal entendió el problema y toleró temporalmente la solución. Hacerla definitiva exige un esfuerzo de dialogo que los hosteleros, todos ellos, desean. Háblese con unos y con otros, rendirse a una parte es un camino por cuyo transito tendremos un alcalde que cada vez lo será menos.

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