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José Ramón Castañón, Pochi

En defensa de la ópera de Oviedo

La necesidad de aunar esfuerzos para apoyar una empresa cultural que refuerza la marca Asturias

Por origen y formación familiar siempre fui un amante del arte bajo todas sus formas y manifestaciones, y en todas sus claves (populares o cultas, ¡falaz distinción, dicho sea de paso!). Disfruto creando, rodeándome y contemplándolo. Siempre he considerado la ópera como una de las formas más completas del arte, porque aúna casi todos los lenguajes de la simbología creativa de la cultura humana. Y siempre estuve convencido de que para nada era una manifestación elitista.

Su lenguaje, su estética, su conjunción de emociones la hace accesible y comprensible para cualquier sensibilidad, porque sus temas son espejos de los problemas de la condición humana.

Hace más de veinte años tuve la suerte de conocer a Jaime Martínez, que con tanta ilusión y éxito llevó las riendas de nuestra afamada Ópera de Oviedo. Me regaló su apasionado amor por la ópera, el aprecio por cada pequeño detalle, su lucha por hacer de la ópera de Oviedo un sueño que rompiera horizontes hacia fuera –y de hecho nos llaman la pequeña Viena del Norte– pero también hacia dentro, a cada barrio de nuestra ciudad, a cada ciudadano, a cada rincón de Asturias.

Jaime tenía muy claro, igual que el nuevo Presidente, Juan Carlos Ovejero, que promover la ópera sería un motor, no solo cultural, sino económico y turístico para Oviedo, para Asturias. Y todos tenemos claro que el trabajo de una de las instituciones para la promoción operística «más antigua de España» necesita del apoyo de todos los ámbitos sociales y políticos, públicos y privados, como «patrimonio económico portador de valores convivenciales y culturales».

La Ópera de Oviedo fue desde sus orígenes, hace más de setenta años, un germen que ahora se ha convertido no solo en un importante recurso de la ciudad de Oviedo y de toda Asturias, sino más aún, en una manifestación valorada por toda la ciudadanía, y los referentes de la cultura regionales y nacionales, como demuestra su trayectoria y su presencia en toda la Región.

Juan Carlos Ovejero sigue en este sueño por acercarla a la sociedad, a los jóvenes y a los más pequeños, incluso hemos hablado de llevarlo a parroquias y locales de los barrios de nuestras ciudades.

La ópera, hoy por hoy, no es solo arte y cultura, es “un valor añadido para nuestra economía y sobre todo oportunidad en estos tiempos complicados”, un buen momento para ver en el apoyo a la cultura uno de los resortes más eficaces para afrontar momentos difíciles que se nos presenten a los asturianos, haciendo de ella un referente y un atractivo cultural de la marca Asturias.

Diferentes circunstancias parecen poner en peligro la pervivencia de nuestra ópera, una institución que parece siempre en crisis. Aunque cada vez tenga más aficionados y amplíe sus programas y actividades de alcance social. La situación que estamos viviendo provocará sin duda un nuevo cambio de paradigma, como en todos los sectores de la sociedad. Para ello se hace imprescindible, si queremos no solo su supervivencia, sino que siga creciendo y llegando a más rincones y personas, un apoyo decidido y valiente de todas las instituciones públicas y privadas, una popularización e implicación mayor de todos. Que dejemos a un lado las diferencias simplificadas de relato panfletario y las rencillas políticas, que apuntemos todos en una misma dirección de crecimiento, progreso y desarrollo cultural como germen de una sociedad que hace de su cultura la fuerza de su identidad y de su futuro.

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