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Chus Neira

Al final de la semana

Chus Neira

La hora del Bellas Artes

Los 5,9 millones para su ampliación entregan a la pinacoteca su papel central en la política cultural asturiana

En cuarenta años de andadura, el Museo de Bellas Artes de Asturias ha ido logrando ocupar los espacios que le correspondían con cierta lentitud pero con el pulso firme de un proyecto tan sólido como poco jaleado. Ahora, esta semana, llega a Oviedo la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, para presentar el plan Xacobeo, anuncia 5,9 millones de euros para rematar la ampliación del Bellas Artes y parece como si la gran pinacoteca fuera a despertar de un sueño que dura ya demasiados años.

La hora del Bellas Artes

Es verdad que la “segunda fase” del proyecto de Patxi Mangado llega veinte años tarde si contamos desde las primeras veces que Álvarez Areces barruntó la idea de ampliar el museo. Otro presidente socialista, Javier Fernández, tuvo que acabar rematando el proyecto pero dejándolo huérfano de una pieza muy importante. En ella se contemplan, y es lo que este nuevo plan tratará de llevar a cabo, unos almacenes operativos (liberando para su presupuesto el dinero del alquiler anual que paga ahora), la conexión operativa entre el Palacio de Velarde, la casa de los Oviedo-Portal y el edificio nuevo, y algunas cuestiones tan operativas como necesarias para la normalidad del equipamiento museístico: cafetería, tienda, salón de actos.

Pero la “segunda fase”, de cuya existencia se llegó a dudar como si de una oscura cuestión teológica se tratara, ha llegado. Lo ha hecho gracias a la voluntad política pero también a las voces, no siempre tan numerosas, que han insistido en la necesidad de devolverle al Bellas Artes la apariencia y dignidad operativa que su colección merece. Este periódico ha compartido ese empeño y ha alojado a voces tan esforzadas en esa reclamación como la de Ignacio Quintana.

Ahora, con la promesa de ver en 2023 un museo de Bellas Artes que no solo sea un gran museo de Bellas Artes, que lo es a pesar de todos los problemas para mantener su colección y una política efectiva de adquisición, sin que también lo parezca, la sociedad asturiana tiene la obligación de ponerse la camiseta y remar en la misma dirección. Si el Bellas Artes, con su magnífica colección, es también un recinto magnífico para el turismo de museos del XXI, Asturias tiene la obligación de darle el tratamiento y el rango de lo que está llamado a ser desde hace muchos años: la pieza central de la política cultural asturiana, su gran teatro de operaciones, el lugar desde el que enseñar lo que fuimos y lo que somos, nuestra historia reflejada en nuestras obras de arte, el latido de una comunidad proyectada de una vez por todas al aquí y ahora, olvidada para siempre de lastres y pasados en tiniebla.

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