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José Ramón Castañón, Pochi

Asturias de mis tonterías

La abundancia de prejuicios y falta de juicios en el panorama político y social de la región

Leyendo la prensa estos días me acuerdo de lo que decía Bertrand Russell sobre los tontos, los que encarnan la estupidez, aquellos que se ven tan grandes, que se sienten tan exageradamente seguros de sí mismos, tan satisfechos de lo que creen saber y realmente no saben, que ignoran sus propias limitaciones y ni se les pasa por la cabeza la posibilidad de que hacen tonterías como el resto de los mortales. El tonto es el que hace tonterías porque carece de ideas propias, imposibilidad que le lleva a practicar descaradamente la tontería, enmascarada con el argumentario ideológico y propagandístico de que una mentira muchas veces repetida acaba convirtiéndose en verdad, o que la estupidez machacona se convierte en inteligencia.

Como decía Chesterton: “Las ideas son peligrosas, pero es más peligroso el hombre que no tiene ideas”.

Nuestro panorama político y social, en Asturias, en Oviedo, corrobora el dicho: “El no saber ocupa demasiado lugar”.

Abundan los cortos con cabeza repleta de prejuicios, conceptos sin digerir y eslóganes sin analizar, un batiburrillo que imposibilita para cualquier respuesta inteligente. La misma estupidez que emponzoña y paraliza la capacidad de respuesta de los asturianos.

El estúpido, sea político o ciudadano, se preocupa por dar una imagen estupenda de sí mismo. Vive en actitud amnésica, niega los hechos, borra sus recuerdos... Su autoconcepto le blinda frente a la estupidez de sus tonterías repetidas. Piensa que una tontería se anula con otra tontería, pero lo que no sabe es que dos bobadas incompatibles no se anulan mutuamente ni se restan, al contrario, se suman.

Todos hacemos y decimos tonterías, pero los hay que se esfuerzan en demostrar que la estupidez no tiene límites.

Cualquiera de nosotros puede tener ideas, buenas o simples. Nuestros políticos, verdades inamovibles que se hacen ideología. Nuestras ideas sirven para pensar, sus ideologías para disimular la ausencia de ideas, son como las pelucas de los calvos: tapan, disimulan, pero...

Mis queridos conciudadanos, las ideas son como los cromos. Para cambiarlos hay que tenerlos. Está claro que la estupidez triunfa en estos días, en muchos polítiquillos, y en una ciudadanía incapaz de digerir y reaccionar. Nos merecemos algo mejor.

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