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El peregrino armenio en el año 1012

Un obispo del país caucásico dejó huella ante el Salvador con un pergamino que nadie había traducido hasta la fecha

Sí, has leído correctamente: “un obispo armenio”. Y sí, en el Oviedo de la peregrinación en el año 1012, a 18 de julio. Si quieres comprobarlo más específicamente, puedes acercarte al Archivo Catedralicio y solicitar la consulta de un pergamino serie B, carpeta 1, número 14. Allí podrás deleitar tus ojos con una inscripción que, para ahorrarte esfuerzo, te la ofrezco en la fotografía que acompaña estas líneas. El archivero te sacará del Arca de Pergaminos el que contiene una glosa en que se recoge la famosa inscripción, en una lengua extraña, que se supuso cercana al mundo de la peregrinación.

El peregrino armenio en el año 1012

Corría en Oviedo la era de 1050, que es el año 1012 del Nacimiento de Nuestro Señor. Discurría el día decimoquinto de las calendas de agosto cuando, en exótica comitiva, recorrían las callejas de la urbe ovetense tres personajes llegados de lejanos parajes del mundo oriental, que hacían resonar en los oídos de los creyentes ancestrales nombres de reliquia insigne en el mundo cristiano, referidos al Arca de Noé, que se habría anclado, después del universal diluvio, en las laderas del monte Ararat, de la lejanísima Armenia, de donde, a lo largo de la historia, vendrían peregrinando a Oviedo creyentes continuados de la iglesia católica armenia, cuyos ejemplos me gustaría hacértelos degustar.

Los cristianos armenios vivían y viven intensamente el mundo de la piedad y de la devoción al Arca de Noé, que es considerada como el arca de la salvación. ¿Podría establecerse alguna relación con el Arca Santa de la Catedral de Oviedo, a donde peregrinan tantos armenios en su peregrinación a Santiago? Hoy, con gran dolo del pueblo armenio, el monte Ararat se encuentra en poder de Turquía, cuyo gobierno impide todo acceso a las personas con pasaporte armenio. Los cristianos armenios veneran la insigne reliquia del Arca de Noé en la isla veneciana de Sant Lazare, al hallarse impedidos de venerar la sacratísima Arca de Noé en el lugar del monte Ararat, cuyo acceso tienen prohibido.

Continúo por donde venía discurriendo y haciéndote más vivencial el tema tan árido proveniente del hondón de los tiempos y de las raíces de la historia. Era el nombre de los tres personajes así nombrados: “Andrés, obispo de Grecia; Gregorio, su discípulo; y Pablo, clérigo”. Tres nombres para la hospitalidad, tres nominaciones para la posteridad, que sus apariencias y vestidura exóticas invitaban a la admiración. No sabemos si accedían al mundo de la primitiva iglesia Catedral, que se hallaba en la inmediata al Palacio de los Reyes Asturianos y a la morada del Obispo y cabildo catedralicio cabalgando soberbios alazanes o si se presentaban andando por su pie, modo que podría considerarse más coherente con los ritos de peregrinación.

Hallábase dispuesto en la episcopal mansión especial acto jurídico entre noble dama, de nombre Muniadonna, viuda que había finado del magnate Gundemaro Pinioliz, “de divina memoria”, otorgando una singular donación a la iglesia de Oviedo que, entre otros bienes, se incluía en la villa en Naura, otra en Cerdeño, otra más en Olivares, junto con copiosos ornamentos de culto y alhajas para la sacra celebración. Representaba a la sede ovetense quien era su obispo, el asturiano don Gudesteo, quien procuró primeramente hospitalidad a los eximios huéspedes, de tan exótica dignidad y les rindió agasajos correspondientes a su apariencia y rango.

Cumplidos los ritos de la peregrinación, que consistía en el rezo de especiales oraciones en la Santa Cámara de las Reliquias, en singularidad ante el Arca Santa, que les recordaba la del monte Ararat, el Arca Santa de Noé, que ellos veneraban en intensa proyección devocional, se dispusieron con especiales actos penitenciales para recibir la bendición con el Sudario Santo de Nuestro Señor que, según los inventarios más tempranos se veneraba a buen seguro, ya en la Cámara Santa Catedralicia.

El Obispo de Oviedo, don Gudesteo y la dama Muniadonna que iban a establecer jurídica escritura de donación, quisieron ofrecer a sus exóticos huéspedes especial signo de deferencia y consideración, proporcionarles posibilidad de firmar como testigos de la singular donación que en favor de la sede ovetense estaba a punto de firmar. Asumió la personalidad de los tres el obispo, añadiendo un comentario a su firma, escribiendo en caracteres que hasta ahora no habían sido interpretados y que se consideraban griegos, al calificarse a sí mismo como “Andrés, obispo de Grecia”. El obispo así enigmático había escrito al lado de su firma el texto que acompaña a estas líneas. Comparando los caracteres con el alfabeto armenio de una gramática actual se deduce que las letras de los tres primeros renglones, reflejaban en caracteres armenios lo siguiente: “Andreas / espícopos / Gregorio”. Se pudo comprobar que el original texto que reflejan aquellos caracteres pertenecía al idioma armenio y no al griego, como se venía afirmando.

Recurrí a mi amigo Tigran Danielyan, cualificado músico, virtuoso intérprete de viola y de violín, profesor del Conservatorio del Ateneo de Villaviciosa, quien, a su vez, recurrió a sus amigos del Centro Echmiadzin de la iglesia apostólica armenia, vinculado a la que se considera la iglesia cristiana más antigua del mundo, quienes obtuvieron la siguiente traducción que transcribo:

“Andreas obispo, Gregor y Al Belekr se reunieron en este santo día y recibieron merecida oración y bendición”.

Esa será la traducción que yo admito como base para mi comentario, en lo que sigue: se trata de Andreas, obispo de Grecia, que supondría una generalización de Grecia por todo Oriente. Quien sea Gregorio tenemos la interpretación del propio obispo: es su discípulo. Al Belklr quizá sea nombre equivalente al “Pabble”, casi seguro no es Pablo, sino el nombre que refleja el armenio, en idioma armenio. “Se reunieron” hace alusión a la comitiva que les ha traído juntos a orar en la cercanía del Salvador. “Este santo día”: es fiesta especial en el mundo armenio católico. “Recibieron merecida oración”, se refiere a la oración acompañada de penitencia, destinada a lucrar las indulgencias del jubileo, con alusión al sacramento de la Penitencia en el “merecida” e indica que se hacía oración especial sobre los peregrinos, a la vez que los peregrinos oraban ante las santas reliquias. “Bendición”, ¿indica que se daba la bendición ya con el Santo Sudario? Quiero creer que sí. Un gran paso en la lectura de la inscripción en lengua armenia. Ofrezco una precipitada lectura, que resuelve un enigma hasta ahora desconocido. Abierto, por supuesto, a nuevas interpretaciones, que ya tiene entre manos el estudioso Manuel Carriedo Teijedo y que pronto aparecerá en el “Studium Ovetense”, la revista del Seminario de Oviedo.

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