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Carlos Fernández Llaneza

Una silla real

Historia del canapé monumental levantado en 1776

Difícil sustraerse hoy a recuerdos de infancia vinculados a las visitas a mi abuela en Buenavista. Para ir a su casa cruzaba La Ería de la Argañosa y de esos tránsitos quedan en los anaqueles de la memoria imágenes, un tanto difusas, de una tejera, la cantera de Lavapiés, una fábrica de galletas, la casa de Quitapesares, probablemente una antigua casa caminera, y un arenero del que se obtenía arena para fregar. Si llovía, la prudencia aconsejaba, por eso de evitar charcos y barro, subir por la Silla del Rey. En mi fantasía imaginaba que por allí habría estado algún regio trono en el que sentara sus reales algún monarca de postín. Con el tiempo uno va saciando aquella incipiente curiosidad infantil y se entera que la “silla” es en realidad un banco o canapé que data de 1776 y su autoría corresponde a Manuel Reguera González, arquitecto bajo cuya supervisión estuvieron numerosas obras de ingeniería civil relacionadas con infraestructuras para la canalización de aguas. A él se debe el pórtico de la iglesia convento de Santo Domingo y, desde 1768, en colaboración con Ventura Rodríguez, el Hospital, el Hospicio o el Balneario de las Caldas.

Una silla real

Volvamos al banco de piedra. En su gran respaldo, encabezado por una Cruz de los Ángeles, constaba la siguiente inscripción: “Reinando la majestad –del señor Carlos III– y siendo su Regente –en este Principado– D. Miguel de Barreda y Yebra, –se feneció este paseo– Año de 1776”. Se da la circunstancia de que esta obra monumental es la más antigua de las que conservamos en la ciudad. En sus inicios estaba coronoda por una gran bola de piedra desaparecida hace años. El nombre de Silla del Rey se dio al tramo de la carretera de Galicia que hoy ocupa la Avenida de Galicia y Fuertes Acevedo, continuación del que primero se denominó Paseo de Chamberí. En 1968 el canapé fue trasladado al Campo San Francisco, a la Avenida de Italia, que en su día formó parte del anteriormente citado Paseo de Chamberí, vía que bajaba desde la carretera de Las Caldas hasta la ciudad, atravesaba el Campo y accedía a la antigua ciudad por la Puerta de San Juan.

En los años noventa volvió a su emplazamiento original, en la esquina de Fuertes Acevedo con la calle a la que nominó esta escultura: Silla del Rey.

Cuando era niño pasé por muchos sitios sin que los lugares o los nombres pasaran por mí. Pero, afortunadamente, la vida te va brindando respuestas a muchas preguntas, casi inconscientes, con las que nos tropezábamos. De aquellas visitas a Buenavista, de aquel curioso nombre con reminiscencias reales, queda este retazo de respuesta que comparto con ustedes y que contribuyó a aprender una cosa más de este Oviedo inabarcable.

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