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Cosme Marina

En recuerdo de Graham Vick

El director de escena británico, recientemente fallecido, presentó en el Campoamor una espectacular producción de “Curro Vargas” de Chapí

Acaba de fallecer el director de escena Graham Vick, un verdadero maestro, una personalidad sustancial en el mundo de la ópera en el que ha ejercido gran influencia no solo como director, sino también como impulsor de proyectos líricos y gestor de ciclos relevantes.

Formado en el Royal Northem College of Music de Manchester, su primera vinculación con la Scotthish Opera en 1984, le sirvió como trampolín para llamar la atención internacional. De espíritu emprendedor, fundó la Birmingham Opera Company, una casa de ópera que fue decisiva en la renovación lírica en Gran Bretaña por la búsqueda de nuevos enfoques y lenguajes escénicos. Su experiencia dramatúrgica crecería de forma notable con su vinculación durante seis años al Festival de Glyndebourne, uno de los ciclos estivales de referencia y que él también contribuyó a modernizar en un momento clave y de profundos cambios estructurales.

Su muerte a los 67 años, el pasado 17 de julio fallecía en Londres, en plena madurez creativa, nos aparta de un artista genial, nada acomodaticio, capaz de sacudir el gran repertorio, dando la vuelta a ideas establecidas, en contraste con las visiones más tradicionales, pero siempre en la búsqueda del espíritu original de las obras, profundizando en su veta dramática. Esa fuerza creativa lo llevó a ser un nombre imprescindible en los principales teatros líricos, desde la Scala de Milán, pasando por el Metropolitan de Nueva York, la Deutsche Oper de Berlín, la Ópera de París, el Covent Garden de Londres, entre otros muchos, cosechando el reconocimiento y numerosos galardones que premiaban su trayectoria y discurso renovador e incluso, en ocasiones, de confrontación.

En España su trabajo se pudo ver en teatros como el Real de Madrid, el Liceo de Barcelona, el Maestranza de Sevilla, el Palau de les Arts de Valencia y el Campoamor de Oviedo. Quedará para la historia del Campoamor la presencia de una producción suya en el Festival de Teatro Lírico Español. Frente a tanta espuma que se nos vende como gran acontecimiento, en Oviedo, lo sustancial transita por una aparente intrascendencia que luego, el paso del tiempo, acaba situando en el lugar adecuado. Fue en 2014 cuando el entonces responsable del teatro de La Zarzuela de Madrid, Paolo Pinamonti realizó a Vick un encargo arriesgado: la recuperación de un título magistral y de infrecuente escucha como es el drama lírico “Curro Vargas” de Ruperto Chapí, basado en “El niño de la bola” de Pedro Antonio de Alarcón. El resultado adquirió tintes de acontecimiento en su estreno madrileño –parte de la crítica lo consideró como uno de los mejores espectáculos del año en la capital española– e inmediatamente después se pudo ver en Oviedo también con enorme éxito. Su versión –luminosa y extrema– emocionaba por su carnosidad dramática y la capacidad para conciliar la “España eterna” con los aspectos más demoledores de una sociedad siempre en el filo de la navaja de lo marginal. Un trabajo, además, exigente en la búsqueda del verso impecable, de la interpretación rigurosa e intensa.

Afortunadamente, algunas de sus puestas en escena más interesantes han quedado grabadas, lo cual supone una magnífica escuela para las nuevas generaciones de directores de escena y para el disfrute del público. Vick nos enseñó que la lírica aún seguía siendo relevante, que era capaz de interpelarnos con energía arrolladora. Tenemos que agradecerle muy especialmente que se acercase al repertorio español con respeto y conocimiento.

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