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Con vistas al Naranco

Antonio Masip

Maxi Blanco con, y sin, espada

Un personaje inolvidable que guardaba en un local de Cangas de Onís curiosidades etnográficas

Conocí a Maximino Blanco, muy buen tipo, con aire al mítico George Brassens, o al revés, el cantautor le asemejaba. Tenía local lleno de curiosidades etnográficas en Cangas de Onís, cerca del Puente, donde quedaron las cenizas de Pepe Comas, gran periodista, otro inolvidable cangués. Mucho me prestan lugares con colecciones admirables; así las máquinas de escribir de J.M. Acevedo, en Coaña; las de coser, en su día de El Espín, los luego Museos de Candás (Antón), Etnográfico de Grandas (El Ferreiro), ¿y el Tabularium, de Manzanares? ¿Dónde están los coches de Quirós Estremera, aparcados en Pumarín y Gozón? ¿Y las reproducciones con conchas de la Argañosa? ¿Qué va a ser de la poesía hispana que atesoraba Lombardero en Esplugas? ¿Y la pinacoteca Castañón / Uría en Somao? A no olvidar los Vaquero entre máquinas grandesas o los relieves, ¡arte total!, de Proaza. ¡Se ha de agradecer a Basagoiti el Evaristo Valle! Lástima, en cambio, El Pito de Selgas-Fagalde, contra la que corresponde una medida radical que afecte también al yerro ineludible de la consejera de Cultura.

Maxi descubrió una espada tres veces milenaria, estudiada ahora por Miguel Ángel de Blas. Suerte tenemos con el Arqueológico, dirigido por María Antonia Pedregal. A mi familia canguesa, del otro lado, suroccidental o Narcea, le emocionó, a su vez, la custodia de una inscripción del siglo X, hallada en la propia casa en que Eloína y sus hermanos copiaban en pizarrín sus primeras letras. Es oportunidad para pedir la preservación del sable de Rafael de Riego e ir pensando en emplazamiento para, en su día, las valiosísimas colecciones del gran Pérez de Castro.

En Salamanca constaté cómo el Consejo Social de la Universidad conservaba, a iniciativa de su Presidente, Ángel Zamanillo, tío del impecable fiscal Jesús Bernal, fabulosos relojes. Yen Santander, esa vez de Manolo Arce, el de Cantabria patrocinaba publicación de la joven poesía española. Y, naturalmente, me alegra que la Universidad de Oviedo, ¡cuánto hicieron Carmen Guerra, Herminia Balbín, Ramón Rodríguez!, haya recogido, entre otras, la colección de Diccionarios de Julio Masip Acevedo, y la Biblioteca de El Fontán, el legado Clarín / Canella / Tolivar. El eminente Padre Patac de las Traviesas, S.J., me decía que la Administración genera malas colecciones nuevas pero es imprescindible para conservarlas.

Maxi marcará otros golazos, pues dejó también 3.000 cerámicas, relojes Sobrecueva, obras de Frassinelli, Madrazo y Brugada…

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