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Manuel García Linares: prohijar a los mejores

Tras el azaroso tiempo del verano, cargado de divergencias y discrepancias, me pregunto qué otra cosa cabe más sensata, que coincidir unánimemente en “que lo mejor sea para Oviedo”, sin negar nada bueno –claro está– a ninguna otra localidad asturiana.

Lo mejor, se encuentra siempre en las personas, y no necesariamente en las “excelentísimas”, porque basta que sean simplemente excelentes, y de ellas siempre estuvo y está bien dotada Asturias.

Hoy está en marcha un expediente municipal para nombrar –con todo acierto y justicia– hijo adoptivo de Oviedo a Manuel García Linares, artista magnífico del pincel y el buril, hombre ejemplar y amigo cordialísimo, como he podido apreciar en años de trato, como contertulio brillante y desinteresado en el espacio “Noche tras noche”, de la emisora RPA. Manolo Linares, como le tratamos los amigos, es un ejemplo estético de equilibrio sensato y de virtudes humanas, que como muy bien proclama mi colega el catedrático David lsaacs, en su libro “La educación de las virtudes humanas y su evaluación” (EUNSA. 474 págs.), son las claves para la formación de personas honestas y eficaces.

Es verdad que son también importantes los recursos materiales y energéticos para mantener la economía y garantizar la prosperidad de una región; pero la calidad profesional y humana de sus ciudadanos está siempre por encima de todo, y afortunadamente, ésta es la riqueza esencial de Asturias, desde los tiempos prerromanos de los castros a la actualidad, pasando por la contundente respuesta a la invasión musulmana del 711, rápida y duramente repelida el 722 en Covadonga, que sirvió de base al nacimiento de España, y protegió a Europa tras el fallecimiento de Carlomagno.

Mi adhesión firme y pública al nombramiento de Linares podría extenderse a otros asturianos ejemplares de gratísimo recuerdo y convivencia que me vienen a la memoria, como los ya difuntos catedráticos, Juan Luis de la Vallina Velarde, y Antonio González Carlomán; los médicos Adolfo Barthe Aza, Jaime Alvarez-Buylla y Pedro Quirós; el economista Florentino Braña y otros que sería prolijo enumerar.

Entre ese mundo feliz de buenísimas personas, de toda condición, oficio, profesión e ideología, aún podemos disfrutar de la actual privilegiada convivencia con otros asturianos “de primerísima división” que tenemos entre nosotros, y nos enriquecen a todos con su desprendida dedicación a los demás, su mentalidad aperturista y su empatía sin límites, que convierten algunas facetas de este complicado mundo en que vivimos, en una manifiesta anticipación del Paraíso, como ya lo hicieron en su tiempo los otros precitados. En este apartado de felices vivientes aparece junto con el querido Manuel García Linares, el Deán de la catedral, Benito Gallego Casado por su labor durante decenios; el entrañable Juan Luis Álvarez del Busto, adalid de Cudillero; José Antonio Coppen, defensor a ultranza de Lugones; Emilio Serrano Quesada, al que le queda pequeña Villaviciosa e inunda a toda Asturias con su reconocida bonhomía; y tantos otros de notoria humanidad que nos han hecho la vida feliz a todos con su generosa benevolencia.

Recuerdo nítidamente una tertulia de radio en la que se planteó esta pregunta transcendente: ¿Cómo quisieras que se te recuerde al terminar tu vida?

Nuestra compañera de tareas radiofónicas, la brillante periodista Yolanda Vázquez, que se esmeró en la gestión del colegio profesional de sus colegas, no lo dudó un instante, y respondió de inmediato:

–Como una buena persona.

Cuando me tocó contestar en el siguiente tumo, dije sencillamente: “Mi modesta opinión, no puede ser más constructiva que la tuya. Me adhiero incondicionalmente a tu parecer, porque no puedo encontrar otro más acertado”.

La razón que sustenta este criterio está en el milenario concepto oriental del “karma”, que mantiene simple y llanamente que “las acciones rebotan”: la bondad se traduce en el bien, y la maldad en el mal. Es la misma relación “causa / efecto” que rige la ciencia. En resumen: Justicia y bien hace Oviedo al prohijar a los mejores.

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