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Eva Vallines

Crítica / Teatro

Eva Vallines

Asturianía brillibrilli

Lo más fascinante de “Sidra en vena” es esa troupe de cinco artistas versátiles y excéntricos que con sus tics performativos se multiplican en una docena de personajes a cada cual más estrambótico y delirante. Nada en la pieza se escapa a la parodia deformante y estrafalaria de una trama que tiene algo de Jardiel, La Cubana, Almodóvar y José Mota pasados por la túrmix y flambeados con una asturianía bastarda y de bisutería. Quizá en exceso, pero también es cierto que son muchos los buenos chistes y gags y el virtuosismo contorsionista que no deja de sorprendernos en toda la función a pesar de la sencillez de la trama.

Asturianía brillibrilli

El gijonés JuanMa Pina, repite el éxito de su trilogía de la peluquería en el off madrileño, ambientada en esta ocasión en la casa solariega de una familia llagarera, los Pumarada de Ribadesella, cuyo patriarca decide celebrar la noche de San Juan rodeado de sus hijos para darles una sorprendente noticia. Partiendo del culebrón se articula una desquiciada comedia con una sucesión de giros argumentales rocambolescos a base de malabares y tópicos de asturianía.

Una obra muy coral y corporal, en la que llama la atención el trabajo de caracterización de todo el reparto y su transformación en multitud de personajes a una velocidad de vértigo. Destaca la brillante interpretación de Dolly, que dobla como Conchita, el ama de llaves que parece sacada de una botella de Anís de La Asturiana y Risto, el administrador y gastroinfluencer que cobrará un protagonismo muy revelador. También es genial la composición de Mario Alberto Díez como el hijo tuerto que no sabe que es gay y tiene ademanes del Josie televisivo, así como de anciano padre de familia, versión masculina de la Marquesina en silla de ruedas y con gotero de botella de sidra. Olga Hueso y Alicia Orozco son las hijas: Paloma, una psicópata viuda negra y Aurora, casada con un folklorista (Sergio Campoy) que habla en un asturiano de Chamberí muy gracioso e investiga la relación de la tonada con el rock and roll y triplica como monitor de “pilates animal acrobático” y taxista sado. La banda sonora de Rodrigo Cuevas aporta el toque de folklore kitsch irreverente idóneo para la función.

Excelente trabajo y buen cierre para una programación mateína que se caracterizó por la calidad y la variedad temática y de estilos.

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