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José Ramón Castañón, Pochi

Infantilismo vocinglero

El concejal pillado en un botellón y sus respuestas

No puedo salir de mi asombro cuando leo la noticia de un representante ciudadano que ha sido pillado in fraganti alardeando de comportamientos poco ejemplares, a los que este revolucionario de corta carrera pero larga desvergüenza responde con la consabida chulería del “usted no sabe con quién está hablando”, cual reencarnación de un Stalin embriagado; y en el colmo de la estupidez, queriendo hacernos estúpidos por extensión osmótica, arenga a los agentes con un curso acelerado de filosofía posmoderna: estoy ejerciendo mi derecho y mi libertad para ocupar la calle y disfrutar de una forma alternativa de diversión, frente a la ñoña desfachatez de nuestro Ayuntamiento, que nos ha robado la esencia de nuestro credo y de nuestras raíces convivenciales, pues nos han raptado la fiesta que tantos años nos había costado conquistar, han derrumbado los cimientos de un disfrute democrático de la fiesta de San Mateo, cuya esencia éramos los de siempre, pero con otras fachas.

Si estuviésemos en los viejos tiempos revolucionarios, habría que enmarcar este hecho en una perspectiva leninista, con su dialéctica entre un “infantilismo de izquierdas” y el “espíritu pequeñoburgués” (buscadlo en su artículo de 1918, donde habla de los políticos de frases sonoras y de los intelectuales pequeñoburgueses desclasados). Pero, ¡perdóname, chaval!, la cosa no da para tanto y, hoy, me conformo con denunciar tu infantilismo, propio de oligarquías hedonistas, y tu puerilidad política y estratégica, sin presencia de madurez, como representante de ciudadanos, ni de respeto a los hombre mujeres que representas. Las malas formas constituyen un triste espectáculo que delata la falta de altura moral en ti y en muchos de nuestros políticos.

¿Qué está pasando en nuestra ciudad? Todos echan pestes sobre sus contrarios. Algo no está funcionando bien. Demasiado chalaneo y muy poco respeto democrático por los demás. Y lo peor ocurre cuando esto lo hacen unos que se creen la reserva moral y el altavoz parlamentario de una ciudadanía inculta y manipulada.

Estoy convencido de que si algo le falta a esos políticos de corta talla es un sentido profundo de lo que significa e implica la responsabilidad. Son vocingleros profesionales, que han hecho de la algarada y el radicalismo la base de su representación, pero tan cobardes que cuando los ciudadanos nos partimos la cara por ellos son incapaces de acudir a nuestro lado, y en su lugar, buscan cualquier refugio desde el cual seguir escupiendo su revolucionarismo de boquilla. Solo son pijitos de litrona y pantalón huchero.

Basta ya de infantilismos políticos, de tontainas que confunden la actitud crítica con una fiscalización callejera, lo que supone un deterioro activo de la convivencia. Basta de dar rienda suelta a los chillones y palabreros que se dejan arrastrar por el “brillante” revolucionarismo, pero que son incapaces de efectuar una labor de crítica firme, reflexiva y sopesada, que tenga en cuenta el pluralismo y la diferencia.

Qué razón tiene nuestro amado líder cuando afirma su preocupación por la debilidad de nuestras democracias. Sí, presidente, el sentido democrático languidece, todo ha quedado totalizado por nuestros politiquillos hedonistas e infantiles. ¡Qué pasa! ¿que aquí no dimite nadie?...

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