La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

José Ramón Castañón, Pochi

Contra el egoísmo ilustrado

Mi ciudad, solidaria con La Palma

Nuestra ciudad no se escapa de la pandemia del individualismo contemporáneo, uno de «los frutos más logrados de la modernidad neosocial». Pocos se libran de esa defensa alocada de la propia autonomía frente a la complejidad y el anonimato de la vida moderna, del miedo a los sufrimientos ajenos, y la única reivindicación que se grita es la de una libertad individual intocable.

Cada vez son más los que viven encerrados en su propio mundo, de espaldas a lo que afecta a los demás. Cada uno se preocupa de lo suyo. No interesan las causas colectivas, nos atrincheramos o cerramos los ojos frente a los problemas del mundo. La misma «conciencia de clase», del sindicalismo y asociacionismo decadentes, se ha ido diluyendo poco a poco. Hoy mandan el pragmatismo y el propio interés.

Este individualismo egoísta viene reforzado tanto por corrientes postsociales como neoilustradas, que enarbolan el viejo mito, que rompe toda ideología de clase, la soflama de individuos que han de buscar su propio beneficio como condición para lograr más el bien general. Esto no es más que un «darwinismo social» camuflado. No todos salen victoriosos del combate de la vida. Los más débiles, como siempre ocurre, son «devorados» por los más fuertes; o simplemente ignorados por nuestro salvaje “carpe diem” mal entendido del disfrute momentáneo a costa de quien sea. Y, entonces, si todos seguimos buscando cada uno el propio interés, ¿quién pensará en las víctimas?

Con este individualismo posconservador, con el «egoísmo ilustrado» soflamado por personas «progresistas» y «liberales», en el que la reivindicación ilimitada del placer individual lleva inevitablemente al mismo olvido de los débiles. Triunfan eslóganes tan significativos como «haz lo que quieras», «date la buena vida»...

Por desgracia, «una de las palabras más absolutamente vacías es la solidaridad». Mi voluntad de solidaridad se acaba exactamente donde empiezan los intervencionismos, las dádivas estatalistas y los limosneros populistas. La enfermedad del intervencionismo invasor acabará con la iniciativa ética del compromiso.

Sin embargo, hoy tengo que comentar con orgullo de humilde ciudadano de una ciudad que se reinventa con una mirada de solidaridad con los más débiles e indefensos, con tantas víctimas y no menos avatares catastróficos, una ciudad tejida de muchos hombres y mujeres humildes, que mirando sin rubor a la vida, deciden salir de su individualismo y aprender a compartir lo suyo con los que peor lo pasan. Haciendo oídos sordos a esos tontainas pseudoprogres que critican a la Iglesia porque solo hace caridad (dicen en su ignorancia), las parroquias de Oviedo nos hemos sumado este fin de semana, y seguiremos haciéndolo, en un campaña de solidaridad con las gentes de La Palma, euro a euro, compromiso a compromiso, miles de personas nos hemos lanzado en una campaña de recogida de ayudas y aportaciones, miles de euros que a través de Cáritas haremos llegar a esas gentes, sabemos que no solucionamos nada, pero paliamos muchas necesidades urgentes y básicas, aminoramos sufrimientos y compartimos esperanzas. ¡Gracias a los humildes de Oviedo que se han hecho una gran familia solidaria!

Compartir el artículo

stats