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El Greco y la interpretación de Lombardía (y 2)

El apostolado expuesto en la Capilla de los Vigiles de la Catedral de Oviedo

Hemos iniciado una hermosa visión de “El salvador y los doce Apóstoles”, el Greco by Lombardía”, una interpretación del artista langreano en relación a los Apostolados del artista candiota, conocido como el Greco. Continuamos hoy con la visión del resto de los Apóstoles, según el artista Miguel Ángel Lombardía.

Síguense, también por pares, Felipe y Mateo: el primero, el que recibió de Jesús este cálido reproche: “pero, Felipe, el que me ve a mí, ve también al Padre”, respondiendo a la inquisición del discípulo del candor y de la ingenuidad, que osó dirigirse al Señor y al Maestro, diciéndole: “muéstranos al Padre y nos basta”. Mateo, por su parte, es el que Jesús llamó, cuando se hallaba sentado ante el mostrador de los tributos, percibidos no siempre limpiamente, por lo que porta la bolsa negra de la defraudación o de la prevaricación, y, además viste el traje elegante del funcionario de Roma que resultaba odioso para los judíos que veían en los publicanos el signo de la ignominia y la represión.

Al otro lado, también emparejados, se hallan Judas Tadeo, uno más entre los nombres de los Doce, a los que el Rabí Jesús de Nazaret, el Maestro, el Salvador de la Humanidad llamó ‘Apóstoles’. Es el autor de la Carta Católica, conocida como ‘de San Judas’. Como ves, tuvo bien aprendida la lección. A su lado, en estrecha coyunda, hállase el Zelotes Simón, que destaca por los gruesos volúmenes de la Toráh, que él lleva, con fin de que, en punto a su cumplimiento, no quede atrás ni una tilde o ápice de ella.

Intentaré resumirte lo que a Santiago el Menor se refiere: De él nos cuenta el evangelista San Juan que la “Madre de Santiago –es el que decimos ‘el Menor’- y de José estaba al pie de la Cruz de Jesús con María su Madre”. Fue el primer obispo de Jerusalén. Recibió el martirio, siendo precipitado desde lo alto del Templo.

En cuanto a lo que al resto del Apostolado respecta, cábenos destacar al Apóstol de las dudas, el Mellizo Tomás, quien, pocas veces, las logró superar y vencer. He de añadirte que para los artistas fue siempre un motivo de curiosidad, sobre cómo representarlo en forma que expresara su perenne dudar. Variada es su iconografía, por eso, para reflejar sus hesitaciones y continuo estado de dubitación y ansioso vacilar. Aquí, el pintor Lombardía lo figura con tres ojos, con dos caras, con un ojo casi desaparecido o percibiendo por los oídos lo que por los ojos no alcanza a vislumbrar. Siempre en él, en Tomás, una eterna zozobra: “si no lo veo, no llegaré a creerlo”, exclamará proclamando, casi en un grito, ante el resucitar del Crucificado: “mientras no meta los dedos en las heridas de sus manos, en tanto no introduzca la mano en la herida del costado, no creeré”. En tal actitud vino a captarlo, a modo de ejemplo, el retablista autor del retablo mayor de la Catedral.

Verás por fin al Apóstol tardío, al bienaventurado Pablo, también nombrado Saulo y ‘Apóstol de la gentilidad’, un perseguidor de la Iglesia naciente, al que inició en los misterios del Bautismo el sacerdote Ananías, para convertirlo en un puntal de la nueva comunidad, siendo en Antioquía de Siria, según nos narra San Lucas en sus Hechos, donde, por vez primera, los discípulos comenzaron a llamarse “Cristianos”. En la interpretación de Lombardía, lo puedes contemplar cargado de Libros, que representan sus trece Epístolas o Cartas, dirigidas a la Cristiandad universal.

Para culmen y final de esta elucubración, te ofrezco unas palabras sobre el Evangelista Lucas, que exhibe en sus manos doble libro, en que va desgranando, primeramente, el segundo de los Evangelios, el que decimos “según San Lucas”, y, en el otro, “El Libro de los Hechos de los Apóstoles”, que el Evangelista dedicó a “su querido Teófilo”, varón de su cercanía y amistad. Observa que, según Miguel Ángel Lombardía, el Evangelista Lucas usa el cálamo o la pluma de ave y entonces escribe. A las veces utiliza el pincel y, en esa ocasión, dibuja y pinta pasajes y paisajes -en clave de letras de molde -,de exacta confección. A las veces emplea el ‘stilus’ o ‘punzón’ con que, en tablillas de cera, toma apresuradas notas, auxiliar para su reproducción posterior. Imagínate el ‘scriptorium’ donde el Evangelista Lucas puso a limpio el fruto de su escribir, para legarnos obras de carácter inmortal para la Humanidad. En vías ya de culminar este recorrido por los vericuetos de la pintura logradísima de Miguel Ángel Lombardía, en su múltiple intento de interpretar al hombre candiota, al artista exquisito, imperecedero e inmortal que obtuvo el sobrenombre de “El Greco”, el griego por antonomasia, el irrepetible en el mundo de la vivencia pictórica, el pintor, como si no hubiera existido otro, el nombrado Doménicos Theotocópoulos, de quien el también pintor Lombardía ofrece magistral y genial interpretación, en la Capilla de los Vigiles de nuestra ovetense Catedral, en el marco exuberante de arte y fe, en un espacio de sublimidad, remozado y restaurado, con modernos logros, recientemente, allí donde Luis Fernández de la Vega, dejó con maestría sin igual huellas imperecederas de su magistral manejo de la gubia, el cincel y el compás, aplicados por un igual a la madera y a los mármoles, en profusión.

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