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Jonathan Mallada Álvarez

Crítica / Música

Jonathan Mallada Álvarez

Un clásico comienzo

El excelente resultado del trabajo de Milena y Roman Simovic con la OSPA

Si la primera cita de abono de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) había planteado un interesante programa compuesto por obras de Chaikovski y Stravinski, en este segundo compromiso, el protagonismo recayó sobre una estética más clásica. Para llevarla a buen puerto, se puso al frente de la Sinfónica asturiana Roman Simovic, conocido del público ovetense por su brillante participación en un concierto con esta misma orquesta la pasada primavera. Regresaba al Auditorio Príncipe Felipe en el rol de violinista y director, aunque la presencia en esta ocasión de la también solista Milena Simovic, no hacía más que agigantar el reto y el atractivo de la velada musical.

Un clásico comienzo

Abría el concierto la “Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis”, una obra que se presta de forma inmejorable a las condiciones que Simovic extrae de la agrupación asturiana, particularmente de la cuerda, brillante y sedosa, pero también poderosa y compacta.

Con una sabia ubicación de la doble orquesta, el ayer violinista y director acertó por completo contraponiendo ambas formaciones y explotando todo el lirismo de las invocaciones que propone Vaughan Williams de las variaciones del tema de Tallis, logrando unas texturas cristalinas y diáfanas y unos planos sonoros atractivos y bien delimitados.

Pero el reto musical de la tarde-noche del viernes llegó a su punto culminante en la “Sinfonía concertante para violín y viola en mi bemol mayor” de Mozart, donde hizo su aparición la violista Milena Simovic. Esta obra evidenció, ya desde el “allegro maestoso” inicial, una orquesta bien ensamblada, y un diálogo especialmente interesante entre violín y viola, con una afinación modificada (scordatura) para permitir una mayor fluidez entre ambos instrumentos, una sonoridad rica a nivel tímbrico y unas agilidades más vistosas. La cadenza de este primer movimiento, puro derroche de virtuosismo y expresividad, desató incluso algunos tímidos aplausos al término del movimiento. En esta tendencia se mantendrían los dos números restantes, con un “Andante” muy emotivo, de emisión aseada y frases siempre matizadas, sin que la OSPA perdiera en ningún momento el pulso ni el carácter y exhibiendo un equilibrio más que notable. El “Presto”, ágil y fresco, cerró una gran interpretación de esta partitura mozartiana, donde el entregado público ovetense vio premiado su entusiasmo con la propina “Passacaglia para violín y viola” de Johan Halvorsen, una pieza inspirada en el “Passacaille nº 6 de la suite en sol menor” de Haendel, donde el matrimonio Simovic deslumbró por su musicalidad y nivel técnico.

Para rematar la velada musical, la Sinfonía “clásica” de Prokófiev, todo un guiño a las composiciones de Haydn, con una cuerda muy homogénea en sus cuatro movimientos a los que se sumaron unas maderas dulces y cálidas, siempre con un sonido sobrio pero elegante, en una “Gavotte” especialmente inspirada donde destacaron los acentos y las caídas ajustadas en cada frase. En definitiva, una Seronda que parece haber arrancado de la mejor manera para la OSPA y sus abonados.

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