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Ángel García Prieto

La columna del lector

Ángel García Prieto

Estación de tren y Reconquista, agujeros negros

La Estación del tren –antes Renfe, ahora Adif– es un agujero negro por la sencilla razón de que cuando se hace de noche queda a oscuras y no se ve, no está iluminada. Así de simple. Y así de triste. Un bonito edificio, lugar por el que a diario pasan varios miles de personas y que además para los foráneos podría ser su primera visión de la ciudad de Oviedo. Pero deja de serlo, pues está sumida en la oscuridad de lo que no tiene luz propia y no está iluminado.

La estación, está alineada con la calle Uría y debería ser su panorama final, apacible y acogedor, símbolo del viaje, del llegar y del partir. Y no lo es porque no se ve un pimiento. Nada, no existe, es un agujero negro. Solo se percibe la luz de las fachadas de los establecimientos del exterior de su planta baja. Pero el bello edificio, con sus arcos del cuerpo central, balcones, dos altas plantas, cornisas y tejados queda a oscuras.

Por otro lado, el actual Hotel de la Reconquista, antes Hospital Real del siglo XVIII, magnífico edificio barroco, tan elegante como sólido y bello, no ha dejado de serlo. Pero precisamente porque es muy bueno, es de mucha lástima que esté precedido por una placita empedrada que, salvo los días de la entrega de Premios de la Princesa de Asturias, es un cenicero lleno de colillas, con lajas de piedra del pavimento inestables, que te salpican el agua de lluvia y supongo que comprometen las tacones de las mujeres con tacones... Y además es otro agujero negro. Porque también está a oscuras, excepto los referidos días de los Premios de la Princesa de Asturias.

El noble establecimiento, del que todo ovetense se puede sentir orgulloso, tiene cuatro faroles en la fachada principal, que está retranqueada en los extremos y otros seis en cada uno de los laterales de las calles de Ventura Rodríguez y Arquitecto Reguera, Esos faroles no se encienden nunca, y, como es lógico, el edificio queda en una penumbra notable, pues solo le llega un poquito de mínima luminosidad de las farolas que hay en la calle Gil de Jaz. Es otro agujero negro, lástima, a cien metros del otro.

Supongo que hay problemas de competencias y el Ayuntamiento dirá que la luz de la estación la paguen los de Adif, y viceversa. Y en el Hotel, tres cuartos de lo mismo, quizá con más complicaciones pues tiene una sociedad propietaria pública y heterogénea que a su vez –sigo suponiendo– cede la gestión a una empresa privada hotelera. Supongo que será eso. Pero lo que no supongo, lo que no hace falta suponer porque se ve, o mejor dicho porque no se ve, es que unos por otros la casa está sin barrer. A oscuras y llena de colillas.

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