La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Gonzalo García-Conde

Paraíso capital

Gonzalo García-Conde

Fabes y tonada para Federico

La calle para Lorca y su vinculación a la ciudad

Federico García Lorca estuvo en Oviedo el 4 de septiembre de 1932. Actuó en la Plaza del Fontán, entonces corral de comedias, representando con su legendario grupo de teatro universitario La Barraca tres entremeses de Miguel de Cervantes. Fue reclutado para la ciudad por miembros del Ateneo de Oviedo, que fueron hasta Avilés para intentar convencerlo. El éxito de la misión supuso gran disgusto, al parecer, en similar comitiva de la villa de Gijón, lo cual siempre es un bonus para los carbayones. Al desembarcar con su corte teatral en la capital fue agasajado con un generoso pinchoteo en el edificio histórico de la Universidad. Paseó por el Campo y visitó con admiración la Cámara Santa y la Catedral, donde vivió un solitario momento de meditación y recogimiento. Esa noche triunfó con los breves cervantinos consiguiendo un lleno clamoroso y entusiasmado. Al día siguiente, se comió una señora fabada en el Restaurante Los Monumentos amenizada musicalmente por los Cuatro Ases de la Canción Asturiana (Cuchichi, Botón, Miranda y Claverol).

Lorca había estudiado la música tradicional asturiana gracias a su amistad con el musicólogo ovetense Eduardo Martínez Torner, del que había sido compañero en la Residencia de Estudiantes junto con otros genios de su época como Luis Buñuel o Salvador Dalí.

Sabemos perfectamente quién fue García Lorca, no necesita presentación. Está considerado el poeta y dramaturgo español más influyente del siglo XX , cumbre de la literatura universal. Si acaso, podríamos especular sobre qué cotas habría alcanzado su obra si no hubiese sido asesinado antes de alcanzar su madurez creativa, ya que falleció a los 38 años de edad. Pero su legado artístico no ha quedado necesitado de esas conjeturas. Es rotundo, abrumador, sorprendente, emotivo, bello y de una relevancia histórica absoluta. Federico es Dios.

Lo que a mí me gustaría sería abrir el periódico un día por la mañana y encontrarme, en la sección de local desde la que les escribo, noticias relacionadas con Lorca de perfil cultural. Digamos por ejemplo una lectura pública de su poesía, la representación de alguno de sus dramas, unas jornadas que explicaran su figura interdisciplinar o cualquier cosa alrededor de su figura, como cuando Ópera de Oviedo programó “Ainadamar”, pieza contemporánea basada en la relación especialísima que mantuvo con su musa, la inmortal actriz Margarita Xirgu.

Sin embargo, en los últimos años cada vez que leo su nombre es en relación con la polémica del callejero. Política, memoria histórica, Guerra Civil. Conceptos que, aventuro, le disgustarían mucho. Se le había concedido en Oviedo la placa que sustituía a la calle de José Calvo Sotelo. Ahora será la calle de Leopoldo, también Calvo Sotelo, y la de Lorca dicen que irá a la que era Indalecio Prieto. Serviría para amortiguar otras polémicas.

Lo peor de la política son las burdas sutilezas con las que los distintos bandos justifican sus miserias. Federico elegiría para Oviedo otras cosas. Más tonada, más fabada y que el teatro volviese al Fontán, espacio que le admiró y de donde la cultura nunca debió salir. Lorca debería volver allí. Sería un recuerdo merecido. Lo de los nombres de las calles lo dejo ya por imposible.

Compartir el artículo

stats