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Pedro Rodríguez Cortés

Las churrerías, modestas y populares

Un repaso a los establecimientos históricos que ofrecían churros en Oviedo

Siguiendo con el repaso histórico de la hostelería ovetense, hoy lo vamos a dedicar a un establecimiento modesto como las churrerías, negocio muy popular en tiempos pasados y con un protagonismo notable en Oviedo. No solo por la etiqueta de feudo tradicional de trasnochadores, los churros han tenido siempre una clientela adicta y desde hace unos años se observa un cierto repunte en su consumo. Todas las churrerías históricas de Oviedo han desaparecido al igual que en la mayoría de las ciudades españolas. En Madrid sobreviven desde principios del siglo XX “La Antigua” en Puente de Vallecas y “La Chocolatería” en el número 2 de la calle San Martín.

La tradición de las churrerías en España se recoge en casi todas las zarzuelas de ambiente madrileño como “La verbena de la Paloma”, “El Santo de la Isidra” o “La Fiesta de San Antón”. En “La Verbena de la Paloma”, el coro de las mujeres ataviadas con sus mantones de fleco y de hombres pintureros del Madrid clásico, se canta:

–Dame un churrito

–Mi niña toma

–Y llévame en berlina

–Al campo a pasear

En otro tiempo, Oviedo disponía de varias churrerías. En los primeros compases del siglo XX estaba la de Gil García en la calle La Vega; en la Puerta Nueva, la de Paterra y en la antigua calle Las Dueñas una regentada por Esteban. Más cercanas en el tiempo y muy recordadas por los ovetenses más veteranos, estaban “Los Calentitos” de la familia Prieto, en la calle Caveda y la “Churrería Felisa”, posteriormente especializada en patatas fritas, que se ubicaba en la Tenderina Alta, esquina a Campo Los Patos. También existía una en Nicolás Soria (Ciudad Naranco), propiedad de la familia Rionda y otras que recordamos en Trascorrales y Foncalada. Sin embargo, probablemente el mayor volumen de venta de churros en Oviedo no correspondía a una churrería, si no al conocido Bar “Tropical”, inaugurado el 18 de septiembre de 1951 en la antigua calle 19 de julio. Otro bar de venta elevada de churros era el “Transporte” en la calle General Elorza.

Antiguamente, en las barracas de San Mateo, después de los puestos de tiro, los negocios estrella siempre fueron las churrerías. De las varias que se instalaban en el Campo de Maniobras, la churrería “Concha” estuvo presente durante muchos años. En la actualidad, se ha perdido la costumbre de otras épocas de adquirir los churros para acompañarlos al desayuno, aunque ya hay empresas que los sirven a domicilio y la mayoría de las cafeterías ya disponen de aparataje para elaborarlos. Su composición consiste en harina, agua y sal. El secreto de un buen churro radica, en buena parte, en la elaboración de una adecuada pasta, que pasa por las manos artesanales del churrero, sin olvidar la calidad del aceite y la harina. Otro de los factores que ayudan a un buen churro según los expertos es realizar una buena fritura. Los churros han dado siempre categoría y atractivo a desayunos y meriendas y en muchas ocasiones han sido revulsivo en madrugadas y amanecidas frías o de juerga.

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