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Jonathan Mallada Álvarez

Crítica / Música

Jonathan Mallada Álvarez

Fidelidad sinfónica

La OSPA se sobrepone a las cancelaciones y saca adelante un programa diferente y atractivo

Con el programa titulado “Vidas fugaces”, la OSPA se sobrepuso a las ausencias del Coro de la Fundación Princesa de Asturias y a la baja del director Carlos Mena, diseñando un concierto atractivo formado por la “Sinfonía para gran orquesta” de Arriaga y el “Stabat Mater” de Pergolesi.

Durante la sinfonía del joven compositor español se pudo percibir una orquesta con una cuerda homogénea. El Andante, lleno de lirismo a pesar de alguna entrada resbaladiza, fue abordado con inteligencia por la OSPA, del mismo modo que el trío del Menuetto, algo laxo en tempo. Pero sería en el Allegro con moto, temperamental y enérgico, donde la formación asturiana se sentiría más cómoda, desarrollando ese lenguaje que ya se presume romántico. Santiago Serrate, fácil de seguir, se preocupó por contrastar acertadamente cada uno de los temas, logrando una ejecución bastante aseada.

El “Stabat Mater” de Pergolesi, el más popular junto con el de Rossini, es una página brillante en la historia de la música. La soprano María Espada y la mezzo Federica Carnevale se unieron a una orquesta demasiado numerosa para encarar este repertorio con las garantías necesarias. A lo largo de toda la obra, y a pesar de unas dinámicas y reguladores que enriquecieron la interpretación (o de las cuidadas invocaciones de los temas fugados), no se dio el equilibrio que permitiera a la orquesta tocar con una mayor contundencia y lograr un volumen adecuado sin incomodar ni tapar a las solistas.

Con todo, la soprano española, de menos a más durante sus intervenciones, demostró un timbre bello y lucido, con unos agudos cuidados, firmes y bien colocados, dejando algunos pianísimos muy expresivos. Por su parte, Carnevale posee un vibrato carnoso y atractivo que lastró ligeramente su velocidad en las coloraturas. Algo más de peso en los graves de la italiana se habría traducido en un mayor dramatismo musical, sin embargo, su timbre más plano y metálico contrastó de forma efectista con la mayor dulzura y calidez del color de la emeritense, sintiéndose cómodas y bien empastadas en los números a dúo.

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