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antonio masip

Con vistas al Naranco

Antonio Masip

Peluches tras barrotes en Moscú

Impresiona la imagen de un niño y un peluche detrás de unos barrotes en Moscú por una manifestación antibelicista. No me hago idea de cómo montarían un juicio oral, rápido u ordinario, a semejantes atípicos acusados, inanes sin edad penal. ¿Qué cargos? En el Oviedo del Alto Medievo hubo pleito del Cabildo versus ratones invasores del que se hizo eco Arturo del Hoyo, antólogo de García Lorca, en su encantador “Bigotillo”. Hubo condenas canónicas y los ratones se retiraron perseguidos por varas de avellano. Lo escribí en “Oviedo al fondo”. En Candás juzgaron delfines, tal como contaba Marino Busto, cronista de Carreño, y esculpió Santarúa.

En la infancia, mis padres nos entregaban peluches, por lo general ositos, con los ojos de nácar arrancados pues temían que los tragáramos en riesgo de invaginación (supongo que hogaño los fabricantes han conjurado ese peligro). Mis ositos estaban abocados a la inexpresividad. El de la foto no está ciego pero sí entristecido en el contexto bélico y la condición presa que padece su cariñoso usuario-acompañante. La prensa moscovita no reproduce la imagen mientras el fotoperiodista, merecedor del “Pulitzer”, como lo fue nuestro Javier Bauluz, otra versión quijotesca del no menos nuestro José Andrés, ha de mantenerse anónimo evitando ¡quince años entre barrotes!

Putin tuvo una infancia durísima y no le enternecen niños, bombardeos, hambrunas, periodistas, hospitales, peluches... Poco cabe esperar del miserabilismo moral...

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