“Jupiter” demostró el pasado viernes que la “música antigua” también puede abordarse desde una óptica informal y cercana al público sin perder por ello un ápice de calidad ni de rigor. Así se presentó el ensemble fundado y dirigido por Dunford en la sala de cámara del Auditorio, con un programa dedicado por completo a piezas de Dowland y Purcell, los máximos exponentes ingleses del periodo barroco.
La tónica que predominó a lo largo de todo el concierto fue la expresividad. Dunford aportó una brillantez más que notable en cada una de sus intervenciones, arropando con mimo a Desandre y colmando de dulzura todos los pasajes. En la misma línea estuvieron todos los componentes de “Jupiter”, fundiéndose en un mismo color y exhibiendo un gran nivel técnico y una compenetración envidiable que les permitía ajustar los fraseos, los cambios de tempi y las gradaciones dinámicas, como se pudo percibir en “Semper Dowland, semper dolens”.
Pero el atractivo de la velada musical era Lea Desandre. La mezzo franco-italiana ofreció toda una masterclass de canto a los asistentes conjugando momentos de cierta proyección con otros donde optó por una mayor dulzura y recogimiento, como en “An evening hymn”. Límpido timbre, vibrato algo tímido y controlado y una amplia tesitura que abarcó desde unos graves naturales nada forzados hasta unos agudos envolventes y bien afilados en “O let me weep” enmudecieron a un impactado auditorio.
En síntesis, un gran concierto donde todos los intérpretes aunaron esfuerzos para ofrecer un producto fresco y actual sin perder nunca el rigor y la gran expresividad que encierra este repertorio.
