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Francisco Blanco Álvarez

Razones para que Minas continúe en Oviedo

El traslado del centro es una propuesta sin debate previo

La Escuela de Minas de Oviedo, conocida desde el principio de su fundación como ETSIMO (Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de Oviedo) ha cumplido sesenta y dos años (se fundó en 1959, empezando la impartición docente en 1960/61).

En ella han obtenido el título más de 2.400 ingenieros e ingenieras, cuyo trabajo en empresas, administraciones públicas o como profesionales y empresarios autónomos, dentro y fuera de España, fundamentó el actual renombre de la Escuela.

Sigue siendo conocida como Escuela de Minas de Oviedo, aunque con el plan de Bolonia ha cambiado su antigua denominación de ETSIMO por la de Escuela de Ingeniería de Minas, Energía y Materiales de Oviedo (EIMEM), dando así mayor visibilidad a las principales intensidades formativas, coincidentes con las salidas profesionales más frecuentes de sus egresados y con las especialidades tradicionales de la carrera (a las que habría que añadir sidero-metalurgia y geología).

Hoy se plantea un cambio de ubicación de la Escuela. En una operación propuesta sin debate previo, el actual rector de la Universidad presentó una modificación de los campus de la Universidad, por la que se pretende llevar los títulos de Minas a Mieres (en especial, el habilitante de máster, que prolonga la línea académica que significó el título de ingeniería de minas).

El director de la Escuela ovetense, Francisco Javier Iglesias, los profesores de la misma, el decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Minas del Noroeste de España y su Junta directiva, y la mayoría de los egresados de la Escuela de Oviedo discrepan de esta medida, que consideran que agravará los problemas de la titulación, antes que contribuir a mejorarla.

Hay, por supuesto, voces a favor del traslado. La mayor utilización de los edificios y equipamientos del campus de Mieres y su potenciación son las principales razones que esgrimen. Y sin quitar importancia a esta opinión, no creemos que estos aspectos deban centrar la reflexión y el debate.

Creemos que a esta situación y propuesta hay que aproximarse con interés, mente abierta y receptiva, para comprobar la excelencia de los laboratorios e instalaciones –a pesar de la escasa inversión de la Universidad en mantener un edificio por el que ha pasado el tiempo– y, desde luego, la entrega vocacional de profesores y alumnos en el interés por mantener el prestigio de la Escuela de Oviedo, reconocida tanto a nivel local al ser la única en disponer de la medalla de la ciudad de Oviedo como a nivel internacional al concedérsele el sello EUR-ACE, la denominación de la mejor de España en 2018 en el ranking de Shanghai, entre las 60 mejores del mundo según el ranking británico QS en el año 2021 y, por tanto, una de las más valoradas en el mundo de la ingeniería de minas.

La intención de traslado debiera afrontarse con coherencia y sentido de la oportunidad en Asturias, eliminando la tendencia a esgrimir localismos y alimentar tensiones sociopolíticas. Se debería atender a aspectos fundamentales: abrir oportunidades profesionales a jóvenes con una formación de calidad, atraer talento a la región y ofrecer nuevas alternativas de investigación. A la hora de tomar una decisión, debiera contar como fuerza indiscutible, que el prestigio de la Institución académica está cimentado en su trayectoria, respaldado por su actual estructura y reforzado con fuertes vínculos a la ciudad. Así sucede en todas las prestigiosas Universidades del mundo.

La eterna tentación de alimentar diferencias entre los niveles académicos o entre las oportunidades profesionales según dónde se curse una carrera dentro de la región, no debe hacernos perder la perspectiva de la complementariedad de la oferta formativa de calidad con la que contamos en Asturias, y que esta propuesta de traslado, basada en el uso de espacios, pone en riesgo.

Puede que el nombre de ingeniero de minas siga llamando a la confusión y habrá quien pueda pretender, quedándose sólo en el nombre, que sus salidas profesionales son escasas.

Esta apreciación sería desmentida de inmediato cuando se repasa la lista de ingenieros de minas que han ocupado puestos de máxima relevancia en las empresas y en las administraciones públicas en todo el mundo. Menos de la cuarta parte de los ingenieros de minas están empleados en minería.

Si se quisiera, sin falsos razonamientos, reforzar el nivel formativo de la región asturiana y su adecuación a las necesidades regionales, debería pensarse en concentrar y no en dispersar, revisando con visión integradora los planes de estudios y la calidad de la enseñanza, acomodándolos, además de a mejorar las oportunidades de desarrollo de la región, a potenciar aún más el valor de mercado que supone salir egresado en ingeniería por las Escuelas de la Universidad de Oviedo, entre las que se encuentra en un lugar destacado la EIMEM.

En el informe del Consejo Social de la Universidad de Oviedo de fecha 18 de julio, y posteriormente en el de 24 de julio de 2017 sobre el estudio de la oferta formativa de la Universidad de Oviedo, se ponía de manifiesto que sería conveniente “realizar una evolución gradual de modelos y títulos históricos a nuevas formas de Ingeniería como las energías renovables, las nano ciencias, la robótica, o los nuevos materiales”. En esa línea, el Director de la EIMEM, con fecha 15 de junio de 2018, remitió una carta al Vicerrector de Organización Académica de la Universidad de Oviedo solicitando la implantación del Grado en Ingeniería de Energías Renovables y Sostenibilidad y que fuese adscrito a la Escuela, dada su trayectoria de más 60 años formando profesionales en el campo de la energía, ya que en los sucesivos planes de estudios de Ingeniería de Minas (1957, 1964, 1979, 1997 y en la actualidad), siempre ha existido una amplia y sólida formación en Energía y Combustibles.

De ese modo se ampliaba la oferta de titulaciones de la Escuela con un nuevo Grado muy conveniente, de gran proyección y adaptado a las demandas del mercado empresarial, institucional y socioeconómico no sólo del Principado de Asturias, sino también a nivel nacional y mundial, ya que el constante desarrollo de las energías renovables no solo constituye un mecanismo para la mitigación de los efectos del cambio climático y protección del medio ambiente, sino que también representa una contribución social positiva en términos de generación de empleo. Se prevé que las inversiones en energías renovables a nivel mundial serán de 6 billones de dólares de aquí a 2040, lo que supondrá una remodelación total del mercado energético. Según el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima del Gobierno de España las inversiones serán de 236.000 millones de euros en el periodo comprendido desde el 2021 al 2030, generando entre 250.000 y 364.000 empleos netos anuales en el país a lo largo de dicha década.

La petición hecha por la Escuela de Minas en 2018, que ayudaría significativamente a potenciar la EIMEM y reduciría considerablemente la inversión necesaria para poner en marcha estos estudios, no fue atendida por el rectorado y, en cambio, ahora plantea llevar ese nuevo Grado en Ingeniería de Energías Renovables y Sostenibilidad al campus de Mieres, cuyos responsables no creen necesaria esta titulación. Si el nuevo grado no se ubica en el centro que lo propuso y que mejores condiciones reúne para desarrollarlo, resulta evidente que por parte del rectorado sólo existe una clara intención de provocar la desaparición de la Escuela de Minas y su ingeniería.

En fin, el prestigio de una Universidad y de sus Escuelas Técnicas está vinculado al nombre. Nadie se ha planteado cambiar el nombre actual de la Universidad de Oviedo, es decir, de Asturias. Un traslado poco planificado, pensando en el uso de edificios y no en el cumplimiento de los objetivos de formación de profesionales altamente cualificados y desarrollo de investigación de calidad, ocasionará una pérdida irreparable para la Escuela de Oviedo, y como consecuencia, no lo olvidemos, para la propia Universidad.

Mejoremos las cosas desde el diálogo y bajo una perspectiva de largo plazo. No hablemos de edificios, ni de localidades, sino de calidad y prestigio a mantener y, por supuesto, potenciar. Será por el bien de la Universidad. Será por el bien de Asturias.

Por todo lo anterior, la Escuela de Minas de Oviedo debe seguir siendo de Oviedo

Esta carta de apoyo a la continuidad de la Escuela de Minas en Oviedo está firmada y respaldada por 42 ingenieros. Son los siguientes:

Esther Alonso Álvarez, Fernando Alonso Cuervo, Luis Álvarez Arias de Velasco, Isaac Álvarez Fernández, Beatriz Álvarez Iglesias, Francisco Javier Álvarez Iglesias, Marcos Antuña Egocheaga, Ángel Arias Fernández, Juan Carlos Arias Fernández, Florentino Cueto-Felgueroso Fernández-Nespral, Gabino de Lorenzo Ferrera, Mónica Fernández Blanco, Yolanda Fernández Díaz, Alfredo Fuentes González, Juan García-Conde Noriega, José Carlos González González, Jesús Alberto González Martínez, Rafael González Sánchez, Alberto Lavandeira Adán, Alfredo Loche Rubiera, José Ramón Madera Lloret, Víctor Martínez Pérez, Miguel Mateos Vallés, Francisco Martín Morales de Castilla, Iván Menéndez Díaz, Jorge Menéndez Vallina, José Carlos Montero Curto, Loreto Ordóñez Solís, Roberto Paraja Tuero, Julio Peláez González, Juan Carlos Rodríguez-Ovejero Alonso, Alberto Rúa-Figueroa Rey, Pedro Sainz de Baranda Riva, Alfonso Tharghetta Codes, Luis Tejuca Suárez, Juan Carlos Torres Inclán.

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