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Alfredo Canteli

Un latrocinio contra los intereses de Oviedo

Carta abierta del alcalde de Oviedo al presidente del Consejo Social de la Universidad, Juan Antonio Pérez Simón

Quiero dirigirme al presidente del Consejo Social de la Universidad de Oviedo y a todos sus miembros para trasladarles, como Alcalde, mi preocupación por una medida que puede provocar una profunda crisis entre instituciones en nuestra comunidad, sin aportar ventaja alguna para la Universidad o para Asturias. Soy consciente de que en este Consejo, dejando al margen a su presidente, hay una mayoría con sensibilidades municipales, políticas y sociales, digámoslo así, lejanas a los intereses de Oviedo, pero quiero creer que, a la hora de adoptar su decisión, pueden tener en cuenta que lo que esta región menos necesita es generar crispación y enfrentamientos entre administraciones por decisiones que ni son una solución para el campus de Mieres ni para la propia Escuela de Minas.

Estoy seguro de que ni Juan Antonio Pérez Simón, como presidente del Consejo, ni otros miembros que representan a entidades regionales con claro compromiso de unir, de trabajar en común para mejorar nuestro futuro, estarán cómodos con una propuesta que obliga a Oviedo a ponerse en contra del equipo rectoral y del Gobierno del Principado de Asturias, que será quien finalmente pague este plan, en el que el traslado de Minas parece ser el único objetivo alcanzable.

Por eso, me gustaría trasladarles algunas consideraciones.

Primera: respeto la autonomía universitaria, como respeto la autonomía de todas las instituciones y personas, incluso, por supuesto, la de los ayuntamientos. Pero como alcalde sé muy bien que, por mucha autonomía que tenga, si no hay recursos o capacidad de decisión legal, al final, mi autonomía va a depender del Principado o del Estado. Por mí ya estaríamos recuperando la Plaza de Toros, poniendo a los terrenos de La Vega en un nuevo horizonte de futuro o sacando adelante la Fábrica de Gas, pero aún cuando, contrariamente a lo que le ocurre a la Universidad, tenemos recursos económicos suficientes para hacerlo, no lo podemos hacer porque la última palabra administrativa y legalmente le corresponde al Estado o al Principado. Uno es autónomo cuando tiene capacidad de decidir y recursos para financiar lo que decide. Y siento mucho tener que ser yo quien lo diga, pero el Rector y los órganos de la Universidad pueden ser todo lo autónomos que quieran a la hora de proyectar o planear pero, al final, los límites de su autonomía los marca el Gobierno del Principado, que es quien tiene que financiar, o no, lo que programan, con los impuestos de todos los asturianos, incluidos, por supuesto, los ovetenses.

Solo se trata de una cuestión inmobiliaria: “Te vas a Mieres, nos dejas este céntrico edificio; te vas a morir a Mieres y nos quedamos con tu sede”

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Segunda: soy nuevo en política pero ya me he dado cuenta de que en Asturias se habla de localismo, principalmente, cuando Oviedo defiende sus intereses. No se habló de localismo cuando se construyó el campus de Mieres en claro detrimento del de nuestra ciudad, o cuando se duplicaron en Gijón o Avilés enseñanzas que se impartían en Oviedo. El localismo sólo se plantea como un mal cuando Oviedo defiende sus derechos, y eso no responde a la realidad. Los 30 kilómetros que separan a Oviedo de Gijón o Mieres son una miopía localista cuando se justifica quitarle algo a Oviedo para llevarlo a Gijón o Mieres pero es una distancia sideral cuando es al revés. Defender lo que es de Oviedo no es ser localista ni ir en contra de los intereses de Asturias, porque esta comunidad no se puede construir vistiendo un santo desvistiendo a Oviedo. Esta ciudad ha sufrido un histórico ataque de iniciativas localistas generadas por proyectos políticos y personas que miraban nuestro horizonte regional desde el Piles y no desde el Naranco; desde la Escalerona y no desde la torre de la Catedral, punto neurálgico del origen del Camino de Santiago, para tener más altura y perspectivas. Sólo así se puede explicar hechos insólitos como, por ejemplo, que Gijón y Avilés tengan centros culturales (Laboral y Niemeyer) con financiación regional mientras Oviedo carece de ella, prácticamente, para sus programaciones culturales.

¿Qué pasaría si mañana un Rector planteara trasladar Informática de Gijón a Oviedo, que es donde nació, para racionalizar los estudios? ¿Sería localismo que el Ayuntamiento de Gijón se opusiera? ¿No es localismo que el Ayuntamiento de Mieres defienda incrementar su campus quitándole Minas a Oviedo? El Rector declaró que sólo faltaba que le dijeran que era de Gijón y que vivía en Gijón, algo obvio. Y lo único que le faltó a él es añadir que piensa desde Gijón, sin tener en cuenta los intereses de Oviedo, manteniendo vivas las vibraciones atávicas de quienes, desde la izquierda, siempre vieron en la capital no a un aliado sino a un objetivo al que abatir.

Tercera: ¿Por qué la Escuela de Minas? Aunque, mejor, la pregunta debería ser: ¿por qué la Escuela de Minas otra vez?. Ahora parece que el centro neurálgico del plan de remodelación de sedes universitarias es el traslado de la Escuela de Minas a Mieres. Pero en realidad esta es la tercera vez –quizás la cuarta de forma menos pública– que se plantea este traslado sin depender de ningún gran plan de reorganización de los campus en Oviedo. Es decir, llevar Minas a Mieres es una constante de los equipos rectorales sin más razón que esta: hay que dar contenido a una Politécnica construida para 6.000 alumnos y que sólo tiene 500. En ningún momento, ni en los intentos previos ni en este último, se plantean alternativas para dar un mejor futuro a esta Escuela. Sólo se trata de una cuestión inmobiliaria: te vas a Mieres y nos dejas este céntrico edificio. Te vas a morir a Mieres y nos quedamos con tu sede. En esa postura de las autoridades académicas hay un desprecio indiscutible a la ciudad que pagó esta Escuela (fue el Ayuntamiento quien financió en 1960 la adaptación del edificio cedido por la Diputación a la Universidad bajo la condición de que fuera siempre para Escuela de Minas) y a la propia Escuela, porque reniegan de su gran historia como un referente nacional e internacional y de su futuro, porque la minería, tras el carbón, sigue viva en el mercado económico mundial y su ingeniería también. El colmo de los despropósitos es que el Rector había anunciado que el grado de Energías Renovables y Sostenibilidad, que Minas lleva reclamando desde 2019 para abrir nuevos horizontes a esta Escuela, se iba también para Mieres, pero, al final, no se lleva para ningún lado. Es decir, Minas se va a Mieres para languidecer y desaparecer. Y en medio de un constante desprecio por parte del Rector: del “morir en Oviedo o reinventarse en Mieres” hemos pasado a que “estos estudios se han quedado obsoletos”.

Después de la ingeniería de Minas vendrá el traslado a Gijón de las de Químicas e Informática, y quién sabe qué más

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Cuarta: ¿Estamos ante un plan realizable? Parece que lo único que está asegurado en el plan del Rector es el traslado de Minas a Mieres. Se llevan a los alumnos y a los profesores, se abandona todo lo demás en ese edificio y ya está. Es lo más barato y asequible de un plan imposible. La propuesta es llevar a ese edificio la Facultad de Ciencias, pero el propio Decano de ésta ya reclamó un movimiento integral (700 alumnos y grandes laboratorios muy costosos de construir) cuyo presupuesto (y recursos para financiarlo) ni están evaluados ni están asegurados. Por otro lado, ¿alguien se ha planteado seriamente el coste de construir una nueva facultad de Medicina –con sus laboratorios– en el HUCA, otro de los grandes pilares del plan del rector? ¿Se ha evaluado seriamente el presupuesto de todo este plan y cómo se va a financiar? Tal parece que estamos ante un juego de Monopoly sin ninguna viabilidad económica. Una institución que no ha tenido recursos para modernizar y mantener el edificio de Minas o para mantener la calefacción en sus centros, tramita un plan millonario que sólo presenta un punto realizable: quitarle la Escuela de Minas a Oviedo.

Entiendo que un órgano serio como es el Consejo Social antes de aprobar o rechazar un plan, debería contar con un exhaustivo informe que cifrara el presupuesto del mismo, sus plazos de ejecución y las fórmulas de financiación. Si existe ese informe, la sociedad asturiana lo desconoce. Y si no existe, resultaría increíble que se le diera el sí. Cabe entender que se trata de un plan a desarrollar completamente por lo que, si no hay recursos ni plazos para hacerlo, no debería comenzar a ejecutarse en ninguna de sus propuestas. De lo contrario, parecería que lo único importante es trasladar Minas dejando su edificio con un incierto futuro: degradarse aún más o ser vendido.

Quinta: el plan para los campus de Oviedo no debería pasar por destinar cuantiosos recursos a remodelar sedes sino para realizar una ampliación moderna y con visión de futuro en El Cristo para cubrir todas las necesidades de la Universidad en esta ciudad. De eso no se habla en el plan del rector, que se limita a cambiar ubicaciones y remendar edificios y no a construir nuevas dependencias y dotaciones en un campus que cuenta con espacio para ello. No se piensa, pues, en el futuro de la Universidad en Oviedo, en un entorno con el que el Principado de Asturias tiene una deuda que ya se podría considerar histórica. ¿El traslado de Minas resuelve definitivamente todos los problemas de espacio de sus centros en la ciudad? Evidentemente, no. Y eso requiere, no un plan del equipo rectoral, sino una apuesta política seria del Gobierno del Principado para ampliar el campus de El Cristo para cubrir todas las necesidades de espacio de la Universidad en la capital de Asturias. Y con su plan, el Rector está, o haciendo una injerencia en las competencias del Principado a la hora de programar y financiar el crecimiento de la Universidad en Oviedo, o sirviéndole de coartada al Principado para eludir ese compromiso histórico con Oviedo. En cualquiera de los casos poner en el centro de este plan algo tan absurdo como acabar con una ingeniería que ha dado prestigio a Oviedo y a su Universidad se me antoja demasiado ridículo tanto para el rector como para el Principado.

Sexta: entiendo que los responsables de los distintos centros universitarios de Oviedo atiendan a sus intereses y sean incluso insolidarios con sus compañeros de Minas. Pero hay un refrán que siempre conviene tener en cuenta: “cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”. Después de la Ingeniería de Minas vendrá el traslado a Gijón de las ingenierías Química e Informática. Y quién sabe qué más. El rector prometió a los directores y profesores de la Escuela de Minas en su campaña electoral que nunca la trasladaría. Ahora ha cambiado de opinión, lo que parece un signo de identidad de la izquierda cuando alcanza del poder. La comunidad universitaria de Oviedo debería empezar a considerar que no es prioritaria para este equipo rectoral y para quienes le apoyan financiando sus decisiones.

Séptima: Desde que fui elegido Alcalde de Oviedo, he apostado claramente por el diálogo, el consenso y las buenas relaciones con el Gobierno asturiano. Pero que prefiera el diálogo no quiere decir que me asuste la confrontación. El Principado de Asturias tiene muchas asignaturas pendientes con Oviedo y yo he apostado por intentar aprobarlas por la vía del diálogo y, de momento, estoy moderadamente satisfecho de lo que hemos ido construyendo para desbloquear la recuperación de La Vega o la rehabilitación de la Plaza de Toros o la modernización del Palacio de los Deportes, entre otros proyectos. Pero el buen clima político se construye con el compromiso de las dos partes y con los resultados. De momento, los resultados todavía son inciertos. Y el compromiso hay que seguir expresándolo día a día en todos los frentes, incluido, por supuesto, el Consejo Social. Minas no le soluciona nada al campus de Mieres ni al futuro de la Universidad, pero puede ser el detonante para que volvamos a un enfrentamiento político entre administraciones que resucite los peores momentos del cerco a Oviedo y, con ello, provocar un enorme perjuicio a los interés de Asturias que, por más que haya quien sueña con conseguirlo, nunca tendrá futuro sin Oviedo.

El Rector mantiene las vibraciones atávicas de quienes desde la izquierda siempre vieron en la capital no a un aliado sino a un objetivo al que abatir

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La Universidad está para unir, para crear nuevos horizontes, para sumar, para comprometernos a todos en nuevos proyectos de futuro que den respuesta a las nuevas necesidades de la sociedad y que nos ayuden a generar nuevos sectores de crecimiento económico y de desarrollo. Pero con este plan, el equipo rectoral, y el Consejo Social si respalda sus planteamientos, está a un paso de hacer justo todo lo contrario. Y todo por una ingeniería que el rector considera que está obsoleta, agonizante y, por lo tanto, sin futuro. Una ingeniería que podría perfectamente compartir su edifico, sin moverse de Oviedo, con otros grados universitarios si es que se mantiene la falta de compromiso del equipo rectoral para reinventar esta Escuela ¿Quién puede explicar razonablemente, y apoyar y financiar, esta cabezonería?

Sinceramente, creo que estamos ante una decisión que no responde a los intereses de espacio o racionalidad de la Universidad de Oviedo; una decisión que agrede a la capital de Asturias y que se sustenta en el capricho de una persona que ha sido elegido rector pero que carece de competencias y legitimidad para alterar la convivencia política en Asturias. Por ello, tengo muy claro, como todos los ovetenses, que al final, si este plan sigue adelante y se perpetra el expolio de la Escuela de Minas, el responsable no será este rector sino los dirigentes del Consejo Social y el Gobierno socialista Asturias.

Quiero confiar en la sensatez del Gobierno Asturiano y, por supuesto, en la de una persona con la dimensión de Juan Antonio Pérez Simón, para que no sean cómplices de este expolio contra la dignidad y los intereses de Oviedo. Si Minas se traslada a Mieres, todos los que lo respalden estarán apoyando un latrocinio contra los intereses de Oviedo y de los ovetenses. Minas, hoy, es mucho más que una Escuela o un grado; es el emblema de una ciudad que se siente atacada por quienes quieren menguar su peso universitario y su dimensión como capital. Y me cuesta mucho entender que un empresario del prestigio y la capacidad intelectual de Juan Antonio Pérez Simón, y todos los que representan a entidades empresariales y sociales ajenas al influjo de la izquierda anti Oviedo, se presten a dar cobertura a este ataque a Oviedo y a los ovetenses.

Hay tiempo para retrasar el reloj al justo momento en el que el rector prometió a los directores y profesores de la Escuela de Minas que nunca plantearía su traslado. Hay tiempo para que esta comunidad decida no pelear contra Oviedo y trabajar por contar con Oviedo para construir un futuro mejor para los asturianos.

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