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Vicente Cue

Crítica / Danza

Vicente Cue

Un festín de bailes vibrantes

“Don Quijote” deja una noche de ballet clásico con una notable producción

El marsellés Marius Petipa (1818-1910) –considerado el padre del ballet clásico– después de trabajar en España, decide, en 1847, trasladarse a San Petersburgo, Rusia en donde desarrollaría lo más importante de sus creaciones. En 1869 estrenó en Moscú una de sus piezas más representadas. Elige el capitulo “Las bodas de Camacho” del texto cervantino para componer “Don Quijote” que el Ballet Nice Méditerranée representó en el Festival de Danza Oviedo acompañada en el foso por Oviedo Filarmonía dirigida por Léonard Ganvert.

El héroe de la obra no es Quijote sino una joven pareja formada por un pobre barbero llamado Basilio, quien debe luchar y hasta fingir un suicidio para evitar que su novia Kitri se case con Camacho, un rico pretendiente. La pieza, con música de Ludwig Minkus, se basa en la elaboración de Petipa con la reconstrucción que en 1900 hizo Alexander Gorsky en Moscú. La coreografía fue compuesta en el más puro estilo académico a un nivel técnico muy elevado.

La versión del director de la compañía mediterránea, Éric Vu-An, quien fuera un destacado y brillante bailarín, es sustancialmente fiel a la tradicional con un buen montaje en el concepto y la realización. Los de Niza, como corresponde a esta pieza, nos ofrecieron una propuesta salpicada de humor y pantomima, con un festín de bailes vibrantes, llenos de colorido con momentos estelares.

Ekaterina Oleynik exhibe una bella linea y cualidades de gran nivel. En el primer acto estuvo resplandeciente como la alegre y traviesa Kitri. Sus “jetés”, sus veloces piruetas de la diagonal, junto a su vivaz actuación, le otorgaron a su personaje y a la noche, durante esa parte, una chispeante inyección de color y brío. Lo mismo sucedió con Luis Valle Ponce, un bailarín poseedor de una gran técnica, que interpretó a Basilio. En esta primera sección derrochó energía, elevados saltos y múltiples piruetas.

En el emblemático “pas de deux” que cierra la obra no se alcanzó la cota deseada. A pesar de su buen hacer, faltó grandeza y fulgor. No obstante, en la coda, ella se lució en una tanda de dobles “fouettés” y él en unos espectaculares “manèges”. Una noche de baile clásico con una notable producción.

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