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Javier Antuña

Chus Catalán, la ubicuidad musical de un artista polifacético

Un personaje que ha sido de todo en los ambientes locales de los 80 hasta hoy

La trayectoria musical del ovetense Jesús María Catalán Aller, conocido por su apodo de los años ochenta Chus “Clande”, es singular y compleja dentro de la escena asturiana del pop-rock y de la electrónica. Teclista, productor, compositor, técnico de sonido, locutor radiofónico, promotor, crítico, comercial…, son muy pocas las facetas de este negocio en las que Chus Catalán no haya participado –y aún se mantiene– con mayor o menor intensidad, en su dilatada vida profesional.

No hay más que rastrear en algunas de las producciones bibliográficas –y otras que están por venir– sobre la música asturiana de los últimos tiempos, llámese pop, jazz, radio…, en las que indefectiblemente nos vamos a encontrar con su nombre. En las hemerotecas o en los documentales –en su vertiente asturiana– sobre lo que ahora se ha venido en denominar, polémicas aparte sobre tal vocablo, música popular urbana, también hay abundantes referencias a su persona. Valga como muestra el disco-libro publicado en 2020 por el Taller de Músicos de Xixón (Colección René de Coupaud) sobre el malogrado e inefable músico y compositor Berto Turulla, donde se recogen unas canciones grabadas en directo a La Turulla por Chus Catalán en 1978 en el Pabellón Municipal de Deportes de La Arena y que forman parte de su ingente y particular archivo que guarda más joyas aún por recuperar -y añado reivindicar- de la historia del rock y sus fusiones de los últimos cuarenta años en Asturies.

La nómina de grupos y proyectos musicales en los que ha dejado su impronta sólo a los menos avezados de los melómanos asturianos les puede pasar inadvertida: Nivel K, Modas Clandestinas, Danza Invisible, La Huella, Rap-Osos, Lliberdón, Vicente Prado “El Pravianu”, Manolo Santarrua, Loudness…, configurando una mosaico que es a su vez reflejo de la histórica pluralidad de los sonidos de nuestra tierra.

Entre sus aventuras musicales de mediados los ochenta de la pasada centuria destaca “Respuesta Alternativa”, que se llegó a materializar en un casete editado por el sello mierense Fusión D.E Producciones. Se trata, como en su día lo califiqué, de un sónico rara avis, en el que se mezcla la electrónica con guiños pop y folk y el aderezo de una buena dosis de ascendencia de jazz-fusión. Contaba a su vez con ilustres colaboraciones como la del bajista Carlos Redondo (1965-2006), el arpista Fernando Largo (1960-2010) o el guitarrista Julián C. Pérez. Si bien en su día pasó inadvertida, y ratificando el dicho de que nadie –o muy pocos– son profetas en su tierra, en 2018 el sello australiano Left Ear Records decidió hacer una reedición internacional en un epé de vinilo de la mitad de los temas inicialmente publicados.

Para acabar de poner la guinda, por su parte merecida, a Respuesta Alternativa, Chus Catalán remasterizó el año pasado, añadiendo algunas nuevas pinceladas sonoras, parte del material de dicho proyecto que en su momento no vio la luz y que fue grabado entre 1987 y 1990. Para ello ha contado con la colaboración, de nuevo, de Julián C. Pérez, responsable de los Estudios Frassinelli y encargado de la digitalización y mezcla. El resultado final es una cuidada, y limitada autoedición en cedé, de diez canciones con el significativo título de “Un largo y profundo surco”, que cuenta además con un más que logrado diseño gráfico de Juan García Sainz sobre fotografías del propio Chus Catalán. Lejos del revisionismo comercial y de la añoranza autoindulgente –tan habituales en la industria discográfica– este nuevo material de Respuesta Alternativa recupera un abanico sonoro de muy difícil encaje en la época en que fue concebido: space-jazz, neofolk electrónico –con un tema inédito de Fernando Largo–, new age, ritmos étnicos...

Su última grabación es un más que digno colofón a todas sus vivencias: reseñas discográficas en la hoja parroquial de La Tenderina sobre rock y folk en los setenta, actuación en el Rock-Ola madrileño con Modas Clandestinas en los ochenta, productor de música electrónica en Loudness en los noventa, pionero en la emisión de sonidos jazzy desde su programa Transfusión jazz en Radio Asturias ya hace unos lustros, por poner sólo algunos significativos ejemplos. La “ubicuidad” musical de Chus Catalán, en los últimos tiempos enfocada principalmente a la labor comercial, es digna de reconocerse ahora en vida y disfrutando de buena salud. Su resistencia en este proceloso y complejo mundo de los sonidos populares no es habitual. Que dure.

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