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Jonathan Mallada Álvarez

Crítica / Música

Jonathan Mallada Álvarez

Señaldá de la tierrina

El estreno de la obra de Fernández Avello y los solistas, protagonistas de la segunda edición del programa “Hecho en Asturias”

La segunda edición del concierto “Hecho en Asturias” presentaba un programa ecléctico donde se puso el foco sobre la vinculación de los artistas, o las obras ejecutadas, con el Principado de Asturias. Además, Daniel Sánchez Velasco volvía a comandar la OSPA en el reto que suponía la dirección de una obra de gran formato (el estreno absoluto de la Cantata “Señaldades”) de la que el avilesino salió muy reforzado.

Las “variaciones sobre un tema rococó” dejaron momentos de una profunda emotividad. La brillantez de una cuerda muy homogénea unida al lirismo del violonchelo y al tempo preciso por el que optó Sánchez Velasco, redundaron en una notable interpretación donde primó la sonoridad atractiva del instrumento solista, exhibiendo Alejandro Viana (ganador del Concurso Internacional Villa de Llanes en 2018) un gran nivel técnico y explotando todos los registros del chelo en cada una sus intervenciones.

El violonchelo cedió el testigo a la trompa en el “Concierto para trompa número 4 en mi bemol mayor” de Mozart, pero los resultados fueron igualmente extraordinarios. El ovetense Jorge Monte de Fez, bien ensamblado a la OSPA, controló la emisión del sonido y manejó con acierto el volumen, haciendo gala de un poderoso fiato que le permitía estirar los fraseos a conveniencia. Toda la contención del segundo movimiento se desbordó en el ágil Rondó final, lleno de matices.

Pero todos los focos estaban puestos sobre la cantata “Señaldades”, de Fernández Avello. Se trata de una obra con ciertas reminiscencias folclóricas y temas tradicionales donde se alternan números de soprano, coro y orquesta. La soprano allerana Beatriz Díaz se sobrepuso al volumen, algo excesivo por momentos, de una orquesta nutrida, manteniendo la proyección pero sin descuidar en ningún momento la línea de canto ni dejar de aportar una carnosidad vocal muy cálida y agradecida, sobresaliendo en “Coidosura”. El Coro de la Fundación Princesa de Asturias, afinado y bien balanceado, desarrolló con pericia los pasajes escritos por el compositor asturiano en números que evolucionaban de un sabor típicamente asturiano (con importancia de las voces graves) hasta cierto efectismo dramático donde la formación coral, a pesar de las incómodas tesituras de algunos fragmentos, lucieron un espléndido nivel.

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