El Festival de Danza de Oviedo cerró con Sara Baras y su último montaje “Alma” dedicado al bolero. Ella dice que su madre la metió en el flamenco y su padre le enseñó a amar el bolero. Ahora su hija besa el amor de su padre haciendo honor a aquellas canciones escuchadas en su niñez que forman parte de nuestras vidas.
El estilo de esta bailaora no es el canastero jondo ni el de ecos y emociones profundas sino que busca la fantasía con enfoques modernos y mecánicos de marcada plasticidad. Tiene oficio y un acento muy característico en el que destaca por encima de todo su furibundo zapateado.
“Alma” es una auténtica plataforma para la gaditana. Lleva su sello personal. Es la protagonista y directora. Escribió el guión y también la coreografía. El espectáculo no tiene argumento. Se trata de escuchar boleros y cantes flamencos mientras ella y su grupo bailan.
Canción a canción, los boleros, en un juego dialéctico, se van aflamencando y armonizando con los distintos palos del flamenco como la seguiriya, el garrotín, la caña… Hay algunas grabaciones entonadas por conocidos cantaores flamencos como la popular composición “Algo contigo” que la de Cádiz se lo lleva al terreno de la bulería en la voz de Rancapino Chico mientras se ejecuta un festivo paso a tres. En otro momento, en un baile dulce y cadencioso se marcó una soleá por bulerías a los acordes de “Toda una vida” también en una reproducción grabada por Juana la del Pipa.
El grupo que canta e interpreta música en el escenario creó una atmósfera e hizo un acompañamiento poderoso. El guitarrista
Keko Baldomero y el saxofonista Diego Villegas proporcionaron momentos de templada belleza.
La bailaora con sus modulaciones personales, desplegando su potencia a plenitud, todo muy a lo Sara Baras, sedujo a un público que la aclamó de pie otorgándole entusiastas aplausos.
