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La columna del lector

Gritos, peleas e inseguridad en una calle del centro de Oviedo

Apenas a unos metros de la Plaza de la Catedral, en pleno centro de Oviedo, la calle la Luna es transitada cada mañana por decenas de peregrinos que cursan el camino de Santiago. También por personas que se acercan a por el periódico a la librería de la esquina o a tomar el café en el bar de enfrente. Por niños corriendo con sus mochilas camino al colegio que hay en esa misma calle. Actividades normales que suceden a diario en cualquier calle normal de Oviedo. Lo sorprendente es que una calle tan concurrida, tan expuesta, tan céntrica, tenga una vida tan oscura, tan poco normal y violenta.

Los vecinos soportamos todos los días gritos a las tantas de la mañana de personas embriagadas y muy afectadas por vete tú a saber qué... Peleas continuas y visitas constantes de la guardia civil siempre al mismo local, que se ríe no solo de los vecinos, sino de todo Oviedo, dando una imagen de la ciudad denigrante, una imagen sucia, protagonizada por el alcohol, las drogas, la violencia, el ruido, la mala educación y el miedo y la inseguridad de quien vive allí.

Soy vecino de la calle la Luna y quiero salir de mi casa sin que mi hija me pregunte qué hace un hombre tumbado en frente de nuestra puerta. Sin que tenga que ver, como ha visto esta mañana, a una mujer arrastrada por el suelo mientras otra la tiraba del pelo. Quiero que pueda descansar por las noches y salga de casa sin ninguna preocupación.

Quiero una calle tranquila, una calle sin violencia. Por eso escribo estas líneas, respaldado por todo el vecindario, el cual como yo no descansa por las noches y se levanta cada mañana entre gritos, peleas e inseguridad en una de las calles más céntricas y concurridas de Oviedo.

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