Koestler fue pionero contra totalitarismos. Di cuenta de "Del cero al infinito" en el Campamento militar de El Ferral. Otros tendrán particulares experiencias de recluta en la leva obligatoria a la patria, "El ardor guerrero" de Muñoz Molina, autor que Alarcos recomendaba.
Una noche cualquiera, me escapé al Costerón con Lito, encantador y gran amigo, y otros mineros. La actividad de picador es la más dura de España. Allí, al borde del Campamento leonés, facilitaban bocadillos, vinazo y cubalibres, de los que mis compañeros de aventura se nutrieron. Al volver a la nave dormitorio nos detuvo la Policía Militar con alférez avilesino de malas pulgas. A mí, que apenas había probado alcohol, me permitieron pasar pero no a Lito y los demás que respondieron con palabras gruesas. El resultado, arrestos y afeites de pelo al cero entonces considerados humillantes. Era el tiempo en que Fraga, negando otras crueles represiones, reconocía a Pepe Bergamín, que no a Menéndez Pidal, primer firmante de protesta intelectual, excesos rapando mujeres que inmortalizó pintura de Eduardo Arroyo.
Tras la guerra mundial, París/1945, también hubo mujeres al cero por colaboracionismo nazi. Lo leí en Albert Camus y otros. Algo me contó Jane Birkin.
Ahora, 53 años después del Campamento, me encuentro con Lito que reprocha cómo me "escaqueé" de aquel nocturno corte pelambrero: "Seguramente porque eras de Alta Alcurnia y estarías enchufado lo que no nos pasaba a los de Urbiés". Es en Me Aptc en Monte Cerrau, ante Jose, testigo cualificado, y resulta que Lito tiene pelo mientras no me importa, si no busco de propósito ese confortable cero, o, mejor, corte al uno, contra las cariñosas opiniones de mi mujer e hija. ¡Cuántos lucen alopecia y melenas! Convinimos, en cualquier caso, mientras damos cuenta de unos "cacharros", que no tuvimos ardor guerrero. ¡Ni ganas! ¡Viva la amistad dormida medio siglo y pico!