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Carlos Fernández Llaneza

América en Asturias... y en la memoria

La huella que deja en el recuerdo el disfrute del día de las carrozas en plena infancia ovetense

Tarde de septiembre sin colegio. Nervios e inquietud. Se acerca la hora. Toca poner la ropa de fiesta. A medida que nos acercamos a las calles del centro se incrementa el rumor de la multitud. Buscamos un buen sitio. Poco a poco me cuelo entre el gentío para ponerme en primera fila. No quiero perder detalle. Es un día excepcional. De pronto, por Uría, enfilan los grupos folclóricos, las bandas de música. Las majorettes. Los abanderados italianos. Las deslumbrantes carrozas como sacadas de un cuento. Oviedo se dibuja con miles de trazos de serpenteantes colores. En el aire se cruzan las músicas de aquí con otras más lejanas y casi exóticas. Mi mirada no abarca tanto. Demasiados detalles. Los colores de los trajes asturianos se funden en perfecta simbiosis con la indumentaria polícroma de los que desandan el camino en sentido inverso al que lo hicieron tantos asturianos que dejaron atrás tierra, familia, amigos, amores, esperanzas y, para siempre, un trozo de su corazón. Pero todo me parece sensacional. Magnífico. Como si el regreso de la cotidianidad que presagia el fin del verano saltara por los aires con un esplendor difícil de imaginar.

América en Asturias... y en la memoria

Cuentan que a finales de los años 40 un artesano fallero valenciano comentó refiriéndose a la calle Uría: "Tienen ustedes una de las calles más bonitas de España para desfiles y cabalgatas". Desconozco si, como leí en algún sitio, Alfonso Iglesias oyó esa frase y fue la chispa que le encendió la idea para crear un gran desfile que sirviera como homenaje a los muchos emigrantes asturianos a América, que en verano volvían haciendo gala de su riqueza, especialmente de sus lujosos "haigas" por un Oviedo con apenas coches. Lo de "Haiga", como saben, viene de una frase atribuida a los "nuevos ricos" que al ir a comprar un coche pedían el más caro que "haiga". El primer desfile se celebró el 23 de septiembre de 1950 y congregó a miles de personas fascinadas por el lujo de casi 60 haigas engalanados de flores y banderas, nueve bandas de música y las carrozas. LA NUEVA ESPAÑA del 24 de septiembre de 1950 informaba sobre los ecos del novedoso desfile: “La fiesta más fina, más alegre, más fraternal, más comprendida, más penetrante, más rica, más españolamérica que hemos visto, ha sido la de ayer, organizada por la SOF, incorporada para siempre a las fiestas ovetenses y evidenciadora al mismo tiempo, de la capacidad, entusiasmo, sentido artístico y hasta sentido psicológico de sus organizadores. Loor a ellos y a cuantos han contribuido a que la esplendidez y la gracia se hubiesen hermanado tan patentemente”. Continua la crónica: “Cuando Oviedo dice “aquí estoy”, es tan señor, tan ponderado, tan afectuoso y tan noble que no hay lugar en el mundo donde puedan aventajarle”.

Calles repletas de miles de personas llegadas de toda Asturias en trenes especiales. La mayoría de asistentes lucía una banderita que los identificaba como colaboradores de la fiesta; la SOF había solicitado ayuda para recaudar el presupuesto de 102.634 pesetas de ese primer desfile que estuvo formado por doce carrozas, al frente de las cuales figuraba la sección motorizada de la policía local y, tras ellas, medio centenar de “haigas”. Las carrozas, instaladas en camiones, recreaban distintos pasajes de la vida del emigrante: “La aldea”, “La despedida”, “El desembarco”, una dedicada a México, otra con una pareja de gauchos danzando en medio de un paraje de la Pampa. Una más llamada “América” con un gran abanico compuesto con las banderas de los países latinoamericanos. “El retorno”, un globo terráqueo sobre el que destacaba un lujoso avión, costeada por la SOF. Cuatro más, del Ayuntamiento de Llanes, representando el mar, un jardín romántico, un cisne gigante y una escena musulmana. Cerraba el desfile una carroza aportada por la Fábrica de Armas que llevaba el nombre de “España”. En fin, como relataba este mismo periódico sobre aquel primer desfile: “Gracias a todos los que fueron causa de tanta pompa, de tanta donosura, de tanta gracia como la derrochada ayer en Oviedo con la brillante cabalgata del Día de América en Asturias”. Un día que, muchos años después, hoy, admiraré como si nada hubiera cambiado ni el tiempo hubiera pasado. Desde los ojos del niño que fui.

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