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Mario Arias

Una gran desconsideración hacia los ovetenses

Ante la decisión del Rector de suspender la visita a la Escuela de Minas de Oviedo en la Noche Blanca

El rector de la Universidad de Oviedo ha vuelto a demostrar su falta de consideración hacia la ciudad que le da nombre a la institución que preside y hacia todos sus vecinos. El sábado decidió suspender sorpresivamente las actividades previstas en la Escuela de Minas dentro del programa de la Noche Blanca, demostrando una vez más que busca la continua confrontación con el Gobierno local, superando los límites de la mínima cortesía entre instituciones.

Suspendió la actividad con argumentos muy lejanos a la verdad. Primero dijo que era por no gastar luz; después, porque, según él, no se le había pedido permiso para realizar esta actividad; y ya desenmascarado por la realidad, terminó diciendo que nadie le había informado de que el alcalde iba a acudir a la visita, que “la mínima cortesía institucional hubiera exigido que se nos informara de que el Alcalde tenía la intención de visitar el centro” y, ya para rematar, que no podía permitir que se usara la Escuela “con fines políticos y partidistas”.

Dejando a un lado, por falaz, la excusa de la luz, todas las demás sólo responden a la propia taimada visión que el señor rector mantiene hacia Oviedo desde que tomó posesión. La Universidad dio en julio permiso para esta actividad de la Noche Blanca y así se lo comunicó al director de la Escuela. El Alcalde, en esa noche, es un ovetense más que acude a distintas actividades sin ningún protocolo institucional, por lo que sólo desde la excesiva magnificencia que muestra el señor Villaverde se puede entender esa exigencia. Alfredo Canteli visitó el Museo de Bellas Artes y no informó ni a su director ni a su patronato de que iba a hacerlo, igual que hizo en otras ocasiones en la Catedral o en Las Pelayas, porque acudió a titulo personal y como un ovetense más disfrutando de la gran Noche Blanca de Oviedo.

Y el único que utilizo el sábado la Escuela de Minas con fines políticos fue el propio rector. El Alcalde acudió acompañado del presidente de la Fundación Ópera de Oviedo, Juan Carlos Rodríguez Ovejero –ambos estudiaron en este centro–, y lo hizo sin ninguna intención de debate con el señor Villaverde: sólo quería disfrutar con un amigo de viejos recuerdos en esos laboratorios. La descortesía del rector alcanzó, pues, a otra institución de Oviedo, como es su Ópera, que en ningún caso sería vinculada por el alcalde en ningún posicionamiento político.

No era la noche para defender la permanencia de Minas en Oviedo; era una oportunidad para que los ovetenses conocieran la Escuela que nuestros antepasados pagaron y que cuenta con patrimonio industrial relevante que los vecinos de esta ciudad tienen todo el derecho de conocer. El rector no le impidió al alcalde acceder a la escuela de Minas, se lo impidió a los ovetenses.

Es evidente que el rector ya ha traspasado todas las fronteras, no ya sólo en su relación con el Ayuntamiento de Oviedo, sino también en el trato que dispensa a compañeros suyos, como el director y los profesores de la Escuela de Minas, a los que desprecia sin ninguna razón, imponiendo decisiones con un espíritu nada democrático ni académico y que sólo responden a los fines políticos que le han ordenando ejecutar quienes llevan tantos años deseando perpetrar el expolio de Minas.

La Corporación de Oviedo defiende unánimemente la permanencia de esta Escuela en la ciudad pero, pese a que el rector se haya negado a buscar una solución a esta situación, el Gobierno municipal no ha dejado de cumplir sus compromisos con la universidad –recientemente se firmó un convenio con la vicerrectora de Transformación– y no lo hará en el futuro, porque sentimos el mayor respeto y consideración por toda la comunidad universitaria de nuestra ciudad, a la que estamos dispuestos a apoyar siempre. Y tampoco vetará al rector en ningún acto, como él sí hizo el sábado prohibiendo de forma abrupta y totalmente injustificada la actividad prevista dentro de la Noche Blanca.

Una vez más, el señor Villaverde demostró que prefiere la noche negra para Oviedo.

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