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José Ramón Castañón, Pochi

No se les espera

La ausencia de quienes deberían dar la cara por los ciudadanos

Hace unas semanas mis alumnos me pidieron hacer un estudio social en Oviedo sobre el crecimiento de la apatía y el pasotismo en nuestra ciudad, el aburrimiento, el escepticismo y la frivolidad que va penetrando todos los entresijos de nuestra sociedad. Desde su ingenuidad e inexperiencia, tan jóvenes y tan preocupados, buceando en una sociedad cada vez más "generadora de apatía" y en la que más del ochenta por ciento, según ellos, somos borregos, "masa inerte" y "sin opinión", descubrieron cómo sus queridos millennials viven su vida "desinteresados" de todo lo que no sea su pequeña felicidad, "pasan" de todo; y han decidido "no saber" nada de lo que ocurre a su alrededor, prescindiendo de todo planteamiento social serio.

Las causas son muchas y complejas: la atmósfera artificial de nuestra sociedad, el uniformismo de ideas y gustos implantados por los "mass media", la falta de respuestas políticas convincentes, la desaparición de las instancias vecinales y sindicales... Inmediatamente categorizaron o clasificaron esas maneras de afrontar la vida, y llevaron algunas sorpresas.

La mayoría de nuestros conciudadanos son los sumisos con la situación, son los alegres subvencionados, tanto jóvenes como adultos. Hombres y mujeres "domesticados" que buscan su seguridad sometiéndose a las estructuras de poder, pequeños "esclavos contentos". Pero, ¡oh, destino, qué cruel coincidencia!, surgió la pregunta: ¿Dónde están los anticasta, los revoltosos vecinales, los sindicalistas de clase, los progres manchacuadros? Con la que está cayendo, que mi güela no pude pagar la luz ni ná, me decía una alumna, y estos defensores de los pobres, ¿por qué tan callados, silenciosos y acomodados? ¿dónde se esconden, en qué confortables madrigueras se silencian los que deberían salir a la calle a gritar por todos nosotros, a revelarse contra la gran falacia de los políticos acomodados? ¿por qué no ese escuchan los petardos y los eslóganes maniferos contra los que siembran crisis y se prodigan en limosneo?

Mis ingenuos alumnos (tal vez yo también tenga un poco de esto), sangrando todavía por el golpe de realidad, se debaten entre abandonarse en su condición de millennials apáticos aborregados buscando su libertad en la huida. Como no se puede cambiar nada, mejor abandonar toda esperanza. Dimitir de cualquier sueño o responsabilidad. O tal vez, no renunciar a la esperanza y unirse a esos pocos ingenuos que viven en lucha silenciosa por lograr "una sociedad diferente". Hombres y mujeres de asociaciones, pequeños movimientos, parroquias, ONG, locos vecinos solitarios, que con un sentido profundamente crítico de la sociedad, rebeldes a los abusos, injusticias y manipulaciones que nos empobrecen y desprecian, valientes para levantar su voz de protesta frente a las injusticias concretas, sinceros y lúcidos para condenar el imperdonable pecado de nuestros hipotéticamente defensores, incansables frente a los que viven de la pura demagogia, que nos escamotean el futuro, los de la política de garrafón, los del pan y subvención para hoy y desesperación para mañana.

Mis queridos alumnos, mis queridos conciudadanos, no lo dudéis, nada de huidas o desesperanzas, armémonos de verdades y salgamos al campo de batalla, la dura batalla que es la vida. Porque a esos no se les espera.

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