El caos en la estación del Norte hace 130 años

Los complicados inicios de una infraestructura clave para las comunicaciones a finales del siglo XIX

Pedro Rodríguez Cortés

Pedro Rodríguez Cortés

La estación del Norte de Oviedo estuvo sujeta a numerosas críticas en cuanto a su ubicación o distribución de espacios en sus primeros años de existencia, en la década de los 90 del siglo XIX. Su emplazamiento se consideraba inconveniente porque, al estar edificado en la falda del cerro de San Pedro Los Arcos, no tendría espacio para los servicios de mantenimiento y maniobras de trenes con comodidad, informaba el diario "El Carbayón" el 19 de agosto de 1890. En cuanto a la distribución de espacios en la estación, otro diario ovetense de la época "El Correo de Asturias", el 16 de agosto de 1892, criticaba la parcelación de las tres salas de espera: en 1.ª, 2.ª y 3.ª clase, inadecuadas para una población con el perfil de la capital ovetense. Censuraba igualmente el vestíbulo, dividido por una fea verja de madera, lo que "origina atascos diarios a la entrada y salida de pasajeros o la existencia de una sola taquilla para tanta demanda de billetes, con altercados diarios y compra de los mismos a puñetazo limpio".

Resultaba sorprendente en aquel tiempo que no se hubieran producido desgracias en las maniobras de entrada y salida de trenes cuando "centenares de personas llenan los andenes y se apiñan en aquellos estrechos muelles. Los empleados tienen que abrirse paso a la fuerza, los carretillos cargados atropellan a todo el mundo, la confusión es espantosa, y, entretanto, los maquinistas y los mozos que empujan los vagones en las vías de servicio se mueven con lentitud extraordinaria por temor a aplastar o arrollar a las muchas personas que invaden la vía porque no caben en los andenes".

La extraña expedición de billetes.

En el año 1904, la Compañía del Norte tenía establecidas dos salidas desde Gijón hacia Castilla en horarios de tarde: el correo-mixto y el exprés-correo. La diferencia horaria no llegaba a la hora entre ambos convoyes, hasta el punto, que el que salía después alcanzaba y rebasaba en ocasiones en Oviedo al precedente. El tren correo mixto incluía las clases 1.ª, 2.ª y 3.ª, mientras que en el exprés-correo los vagones eran exclusivamente de 1.ª clase. La Compañía del Norte reconvirtió el correo-mixto en exprés-correo sin conocerse los motivos, de tal forma que el viaje a Madrid desde Asturias tenía que realizarse obligatoriamente en 1.ª clase con el consiguiente efecto económico.

Otra singularidad desconcertante, 40 años más tarde, en la posguerra, era la expedición de billetes en el exprés que salía de Gijón por la noche. No se despachaban billetes de 3.ª a Oviedo a pesar de pasar por la capital los vagones semivacíos y, sin embargo, sí se autorizaba a sacar billete de 2.ª, pero había que abonarlo hasta ¡Malvedo!, subiendo ya Pajares.

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