al final de la semana

Los secretos y vergüenzas del viejo hospital

La parálisis en torno a un agujero negro del urbanismo de Oviedo

Álvaro Faes

Álvaro Faes

La cuenta de tantos planes que se han lanzado al aire para encontrar uso al antiguo hospital es larga e infructuosa. Va camino de nueve años del traslado a la finca de La Cadellada, de aquella caravana infinita de ambulancias, con enfermos de una punta a otra de la ciudad, de un edificio que amenazaba ruina a otro que se presentaba como un símbolo de modernidad y de salto, al fin, al siglo XXI, como verdaderamente lo fue, pese a todo lo que costó de más. Solo tres años después de echar la verja llegó el rodaje de una serie apocalíptica. "La zona" encontró allí el escenario perfecto para retratar lo que deja tras de sí una explosión nuclear. Y en Oviedo se creó durante algunas semanas un particular Chernóbil, afortunadamente ficticio. Entonces, pocos pensaban que, en el arranque de 2023, todo habría ido a peor.

Los secretos y vergüenzas del viejo hospital

Los secretos y vergüenzas del viejo hospital / Álvaro Faes

La concentración de edificios olvidados en el Cristo sirve, cada dos semanas, de gran aparcamiento para los oviedistas que se llegan hasta el Carlos Tartiere. Poca más utilidad se puede encontrar en lo que ya es una selva urbana. El verano pasado dio cabida a un festival, el Kuivi, que tiene en los lugares en ruina su razón de ser, pues luce como misión contribuir a la recuperación de espacios urbanos degradados. Si los promotores del Kuivi PopUP, que así se llama, le piden su terreno para instalarse temporalmente, preocúpese, tiene usted un vertedero.

Y de agujero negro vergonzoso, como un día lo fue la parcela del Vasco y hace ya unas décadas el solar del centro cívico, el antiguo hospital ha pasado a convertirse en un peligro. Los trabajadores de la empresa de seguridad que lo vigilaban ya no lo hacen, están en huelga porque no les pagan, así que aquello está, ahora ya del todo, dejado de la mano de Dios.

Youtube está lleno de vídeos de inconscientes que se adentran a la aventura, como se cuenta hoy en este periódico. Antes, jugaban al gato y al ratón con los vigilantes; ahora campan a sus anchas entre techos derrumbados, suelos inestables, muebles caídos o restos del hospital que nunca salieron de allí cuando tocó la mudanza.

En su última lista de compromisos para Asturias, el presidente asturiano, Adrián Barbón, puso fecha para el inicio de los derribos. Seis meses. Fue ya en septiembre cuando anunció que sería allí donde se trasladarán varias facultades de la Universidad de Oviedo para favorecer la unificación de sedes judiciales en los inmuebles que estos estudios dejarían vacíos en Llamaquique. Nada más se ha sabido desde entonces sobre una operación que no se hace de la noche a la mañana. El Principado ha pedido a la Tesorería de la Seguridad Social que busque una fórmula para ceder los edificios de su titularidad que no se derribarán. Nada más hay concreto, al menos que hayan desvelado las autoridades regionales. O se guardan una espectacular carta electoral o acumulan ya mucho en el debe de su gestión en Oviedo.

La instalación donde el antiguo HUCA de varias Facultades pondría al menos coto a la ciudad sin ley en que se ha convertido aquello. No sería una solución definitiva, pero sí un primer paso para la ambiciosa ampliación del campus del Cristo que dibujan en los mapas, pero que no termina de bajar al terreno.

Mientras, todo sigue abandonado y cada día es más peligroso. Que no le pase nada a nadie. Que haya suerte.

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