Gabino de Lorenzo, el hombre que nos enseñó a ganar

Agustín Iglesias Caunedo y Gabino de Lorenzo, en una imagen de archivo.

Agustín Iglesias Caunedo y Gabino de Lorenzo, en una imagen de archivo. / LUISMA MURIAS

Agustín Iglesias Caunedo

Agustín Iglesias Caunedo

Gabino de Lorenzo, alcalde de Oviedo entre junio de 1991 y enero de 2012 y delegado del Gobierno hasta marzo de 2018, cumple hoy ochenta años, cinco de ellos alejado ya de la política. Otro exalcalde, su sucesor en el Ayuntamiento de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo, y el que fue su colaborador durante los casi veinte años que estuvo al frente del municipio, el periodista Rodolfo Sánchez, glosan hoy en sendos artículos su figura con motivo de su aniversario.

Hoy cumple 80 años Gabino de Lorenzo, el hombre que nos enseñó a ganar. En las elecciones municipales de 1987 dio un paso al frente con el que dejaba atrás una brillante carrera profesional como ingeniero de Minas en Ensidesa para encabezar la candidatura de Alianza Popular al Ayuntamiento de Oviedo. Y no ganó, pero aquel viejo militante de AP se presentó al congreso local del partido para liderarlo y continuar trabajando por llevar a los populares al gobierno. En las europeas de 1989, cuando parecía que el refundado Partido Popular de Manuel Fraga seguiría siendo una formación política condenada a no ganar, con el impulso de Gabino se conquista la que sería la primera de muchas victorias en Oviedo.

Y el PP ovetense continuó con esa mentalidad de salir a ganar. En las elecciones municipales de 1991 el Partido Popular vuelve a vencer en Oviedo. De Lorenzo consigue la confianza de los ovetenses para liderar el primer gobierno en coalición de nuestra ciudad. Un gobierno PP-CDS del que tuve el honor de formar parte y que fue el pistoletazo de salida para la gran transformación de Oviedo: el cambio de la ciudad gris de los 80 a la capital puntera y dinámica que deslumbró en los 90 y 2000.

Ya en 1987 Gabino tenía un plan para Oviedo, no creía en medidas aisladas, sino en una hoja de ruta para hacer de su ciudad la de los sueños de los ovetenses. De todos. Por eso su proyecto pasaba por dotar de las mismas prestaciones y de los mismos servicios a todos los barrios de Oviedo, y desde 1991 sus gobiernos llevaron el centro a cada calle, la misma calidad, los mismos materiales y, sobre todo, el mismo cuidado y dedicación.

Tuvo que hacer frente a no pocos palos en las ruedas para hacer de Oviedo una capital de futuro. Todavía se recuerda su coraje para pelear contra el cerco a nuestra ciudad establecido por los gobiernos autonómicos. Recuperó para los ovetenses el orgullo carbayón, nuestro amor propio como vecinos de la capital del Principado.

Hay dos aspectos que creo que siempre han marcado su política y, casi me atrevería a decir, su vida. Una es el olfato. Gabino tiene más olfato que un sabueso (ya me corregirá él, que sabe más de perros, sobre cuál tiene más olfato) y no ha tenido que lanzarse a surfear ninguna ola, porque ya iba por delante.

A esta virtud se suma la sensibilidad. Por poner un ejemplo, en las artes, para la música: flamenco, sí, pero también la ópera, la zarzuela, Beethoven o la música tradicional asturiana, porque también ha tenido siempre una sensibilidad hacia la cultura tradicional de Asturias. Y esa sensibilidad se refleja, como es lógico, en su cercanía ante las inquietudes y necesidades de sus convecinos. Por tanto, y sin lugar a duda, estas dotes se han complementado para hacer que hoy pueda presumir de un gran legado político.

Es, y siempre ha sido, un hombre de partido, orgulloso de ser un militante del Partido Popular que comenzó su carrera política en Alianza Popular y de ser un político, que no es otra cosa que dedicar la mayor vocación de servicio público a un destino incierto en un tiempo indeterminado.

Escribo como amigo del gran Alcalde, con el que no cabe wasapear, pero con el que sigo hablando a calzón quitado de política, de cowboys y, sobre todo, de Oviedo. Como él dice siempre ¡haya salud! Así seguirá habiendo ilusión, proyectos y victorias.

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