Melquiades Cabal, médico asturianista

Recuerdo de un lúcido investigador y cronista de su oficio en el 20.º aniversario de su fallecimiento

Venancio Martínez Suárez

Venancio Martínez Suárez

Se cumplen ahora veinte años del fallecimiento del doctor Melquiades Cabal, representante egregio de la amplia nómina de médicos humanistas españoles de la pasada centuria. La relevancia de su vida y de su obra ha sido comentada y justamente ensalzada por algunos de quienes le conocieron y trataron, así como por los estudiosos y comentaristas de la historia de nuestra profesión. Para el catedrático de Salamanca e historiador de la medicina Luis Sánchez Granjel, discípulo directo de don Pedro Laín y director de la tesis doctoral de don Melquiades, […] "si en cada una de las regiones españolas se cumpliesen tareas similares a la realizada por el doctor Cabal, la recomposición del pasado médico nacional ganaría en rigor y sortearía con buen resultado el peligro de no conseguir colmar lagunas informativas de las etapas más próximas a nuestro presente". Según señalaba Martínez Cachero en la presentación de su obra "Farmacéuticos asturianos", "el investigador que no cesa", tal como don Melquiades es apodado por su amigo, destacó por su "puntual y minuciosa dedicación"; […] "dotado de paciencia y diligencia extremas" consiguiendo […] "en tiempo relativamente corto reunir el abundante y rico material obtenido día a día en sus visitas a algunos archivos parroquiales y municipales, al catedralicio ovetense, al histórico provincial; o sacado de la lectura de periódicos, folletos y libros". En buena medida, ese libro es expansión y precisión de su texto de 1979 Historia de los boticarios de Oviedo en el siglo XIX que le sirvió como discurso de incorporación como miembro de número al Instituto de Estudios Asturianos, respondido por el doctor García Morán.

Entre otras de sus obras –catorce libros y decenas de artículos– es obligado fijarse en su serie de reseñas de médicos asturianos del siglo XX, en edición ejemplar, documentada, ordenada con cuidadoso sentido, profusa en datos y precisiones personales y profesionales, completa en épocas, hechos y nombres. Reúne semblanzas que se constituyen en verdadera historia de la medicina asturiana, en las huellas dactilares de nuestro pasado. En 1976 había dado a las prensas "100 médicos asturianos", y dos años más tarde "Un siglo de medicina asturiana", que sigue incorporando a la crónica de nuestra cultura –con tres volúmenes más– una larga colección de biografías reconstruidas a lo largo de años de recopilación y organización de materiales y testimonios. En 1985 publica "Hospitales antiguos de Oviedo", y el autor refiere de pasada en la introducción del mismo la labor perseverante, diaria y puntual durante años en la recogida directa del material historiográfico. Otro amigo, don Francisco Tuero, le prologa como director del RIDEA su obra "La sanidad en la Guerra de la Independencia en Asturias", del año 1992.

Don Melquiades poseía una gran calidad de ser humano, feliz con su oficio y con sus estudios asturianistas. En 1991, Manuel Avello destaca en el preámbulo a uno de sus trabajos: "Melquiades Cabal anda azacanado hoy como si sus juveniles ochenta años pesaran lo que la pluma sutil, leve, del ave más sagaz y veloz", y añade que […] "desde hace muchos años acude con entusiasmo juvenil a archivos, bibliotecas, hemerotecas, fondos bibliográficos particulares y oficiales con el empuje del atleta, y ha construido un corpus bio-bibliográfico del cual se enseñoreó, esencialmente, el amor a su hermoso oficio". […] "Cada uno de sus libros", dice el que fue miembro del RIDEA y cronista oficial de Oviedo, "ha supuesto la devoción a los profesionales asturianos que han desempeñado papeles resonantes en la historia de la Medicina o la han practicado con discreción, eficacia y prudencia". Este inteligente y fino amanuense que copiaba y pasaba a limpio, o escribía al dictado, en todo ha sido y sigue siendo un modelo y una referencia ineludible en la búsqueda de información sobre lo que en nuestra tierra han ido haciendo la medicina y los médicos. Como consecuencia, en sus años postreros culminó una obra magistral, amplia y plena de erudición.

El 15 de marzo de 1988, el Ayuntamiento de Oviedo dio su nombre a una calle en el Campus del Milán. Al año siguiente, aparece su documentado y entretenido libro "La medicina de ayer a través de la publicidad", según su prologuista el doctor Valdés Hevia, presidente del Colegio de Médicos, "un conjunto variopinto, ameno, y sugestivo, que nos lleva a través de la anécdota por la historia del arte de curar", y que "nos muestra a través de este trozo de la historia cómo el hombre ha tropezado más de una vez en tantas y tantas piedras empujado por el ansia de recuperar su salud". El Consejo General del día 1 de mayo de 1990 lo nombra miembro emérito.

El doctor Cabal González ha sido un maestro para muchos; desde luego, por influjo inmediato en aquellos que han tenido la fortuna de tratarlo, de conocer de primera mano sus proyectos y escuchar cualquier juicio sobre sus resultados. Pero también a través de su fecundidad componiendo obras capaces de iluminar a quienes no lo hemos conocido personalmente. El profesor Enrique Martínez, en el obituario publicado en el Boletín, pone un justo sentimiento al menoscabo que su muerte representó para nuestra cultura: "He tenido el privilegio de tratarle bastante en sus últimos pero fructíferos años y ello me permite afirmar de forma rotunda que el primero de marzo de 2003 la ciudad de Oviedo, la región y la Medicina asturiana han perdido un gran hombre que además era un hombre bueno. Lo ha ganado la Historia".

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