El Vasco y La Vega, ejemplos a seguir

Reflexiones sobre dos proyectos que marcarán el futuro de Oviedo

Alfredo Canteli

Alfredo Canteli

Con la confirmación de que en mayo la multinacional química IFF ocupará, con sus oficinas, el último espacio libre del Vasco y de que en junio comenzarán las obras para construir las dos torres de uso sociosanitario, se remata el proyecto de recuperación del espacio de la antigua estación, que fue una asignatura pendiente del urbanismo ovetense durante demasiados años. Como alcalde, no puedo ocultar la satisfacción que me produce comprobar que en el espacio donde había un grave problema de futuro se ha levantado un importante motor económico y social para la capital de Asturias.

Desde el día en el que Masip cometió el crimen contra el patrimonio de Oviedo de derribar la antigua estación del Vasco, una auténtica joya del patrimonio ovetense, hasta hoy, han transcurrido 33 años en los se plantearon diversos proyectos para este espacio que nunca se lograron concretar. Ahora parece claro que estamos presenciando el fin de esta larga espera con los últimos pasos de una excelente, moderna y dinamizadora solución para esta, repito, gran asignatura pendiente de Oviedo.

La capital de Asturias no ha tenido suerte con los alcaldes socialistas. Antonio Masip nos dejó una ciudad gris y sin el Vasco y Wenceslao López, con su tripartito, generó un desgobierno sectario y crispado que frenó el progreso de nuestro municipio durante cuatro años. Ninguno de los dos hizo aportación novedosa alguna para el futuro de Oviedo. Desde esa perspectiva, lo confieso, me resulta gratificante comprobar que esta ciudad sigue viva y mantiene su fortaleza para desarrollar nuevas ideas que generen actividad económica, empleo, soluciones urbanísticas modernas y nuevos canales de ocio para los ovetenses.

El proyecto del Gran Bulevar del Vasco tiene tras de sí un intenso trabajo y un fuerte compromiso con esta ciudad de un grupo de empresarios a los que me gustaría personalizar en uno de ellos, José Manuel Ferreira, que ha liderado esta difícil operación demostrando una gran capacidad para aunar los intereses empresariales con los de Oviedo, que necesitaba un nuevo centro de actividad y de ocio. La culminación del proyecto dentro de 18 meses, cuando concluya la construcción de las dos últimas torres, demuestra que han hecho una buena apuesta de futuro para su empresa y para los ovetenses.

Una apuesta que es sólo el primer paso –un gran paso– de lo que viene para esta zona de la ciudad, que está llamada a convertirse en el auténtico motor de futuro para Oviedo. Porque a un paso del Vasco está La Vega, que es otra gran asignatura pendiente que estamos a punto de comenzar a aprobar.

El Vasco y La Vega son dos ejemplos a seguir: el primero, como compromiso y gestión empresarial; y el segundo, como colaboración entre administraciones.

Estoy muy satisfecho del compromiso que hemos alcanzado el Ministerio de Defensa, el Principado de Asturias y el Ayuntamiento de Oviedo para trabajar juntos para lograr un acuerdo que permita la reversión de estos terrenos y la puesta en marcha de nuevos proyectos que generen actividad económica y cultural.

Hemos demostrado que se puede colaborar lealmente, por encima de siglas e ideas, pensando sólo en el interés de los ovetenses y sin buscar protagonismo político alguno porque, cuando se firme este convenio, el éxito será de todos y, especialmente, de los asturianos, porque el polo de desarrollo biosanitario y cultural que va a ser La Vega beneficiará a toda Asturias.

La Vega será el gran proyecto de Oviedo para los próximos cuatro años, porque en ese tiempo hay que poner en marcha todos los mecanismos para conseguir que empiece a funcionar como un polo de gran actividad económica y cultural. El tiempo, en las administraciones, parece discurrir más lento que en la vida de los ciudadanos, pero tenemos que conseguir que, por una vez, las expectativas que hemos creado se concreten sin retrasos, sin debates estériles y sin competencias inútiles entre instituciones.

La Vega tiene ser el verdadero comienzo del siglo XXI para Oviedo, porque abre un nuevo abanico de posibilidades que pueden asentar en esta ciudad los nuevos sectores de la industria del futuro.

Tras casi cuatro años como alcalde, y no pocas frustraciones al comprobar lo difícil que es hacer que la maquinaria de la administración te siga los pasos para concretar tus proyectos, confieso que empiezo a ver el diseño del Oviedo que quiero. De momento, una parte (toda la nueva entrada de Oviedo por Santullano, el Palacio de los Deportes…), está en obras, pero estará concluida este mismo año; otra (La Vega, la Plaza de Toros, las nuevas pistas de atletismo…), está en la fase de lanzamiento, con algunos proyectos ya en marcha; y otra parte, como el Vasco, ya es una gran realidad.

Quedan muchas cosas por hacer, sin duda, pero lo importante es que vamos aprobando asignaturas pendientes y que estamos abriendo nuevos horizontes para fortalecer la calidad de vida y el progreso de los ovetenses.

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