La manzana de la cultura

La necesidad de potenciar las riquezas de la ciudad

Orgulloso de una ciudad que envuelve un centro cargado de historia y de cultura, que hace gala de un patrimonio que ha ido creciendo con el caminar de los siglos, y que en estos días nos hemos felicitado con una gran noticia, la "manzana de la cultura" se engalana regalando nuevos espacios al Museo de Bellas Artes, enriqueciendo ese pequeño núcleo que alberga el Museo Arqueológico, la Catedral y el Museo de la Iglesia. Es un buen momento, no solo para felicitarnos, es necesario potenciar esas riquezas que ya disfrutamos, un verdadero lujo. Pero es tiempo de seguir promocionándolo y abriéndolo a la ciudadanía, que no sean joyas solo para visitantes, que nuestros conciudadanos de todas las edades y condiciones puedan disfrutar de ellos de manera vital, como espacios habitables en lo cotidiano, para un paseo, una quedada, tomar un café con amigos, dialogar y encontrarse.

Hace unas semanas tuve la suerte de disfrutar con los rincones de nuestra ciudad que Toño Velasco expuso en la Vieja Pescadería. Hablamos un rato y pronto surgió una cuestión largamente demandada por muchos colectivos de nuestra ciudad: generar nuevos espacios a partir de infraestructuras ya existentes en muchos casos, en los que se pueda dar cabida a todo tipo de manifestaciones culturales y artísticas de pequeño y gran formato. Espacios ciudadanos donde los pequeños artistas, los creadores, escritores y poetas, amateurs y profesionales, donde cualquier manifestación de creatividad ciudadana pueda tener un espacio para mostrarse, para acercarse a los ciudadanos, para…

Equipamientos flexibles que permitan a los artistas locales desarrollar su trabajo tanto de creación como de divulgación e intercambio en unas condiciones dignas. Vincular a esos espacios la convocatoria de residencias artísticas que les ofrezcan la oportunidad de acceder a recursos técnicos y humanos que contribuyan a desarrollar sus proyectos individuales o colectivos. Y, sobre todo, crear espacios abiertos que ofrezcan a la ciudad y a quienes la habitamos una programación diversa, alternativa, que busque ir siempre un poco más allá.

Existen algunas iniciativas privadas o de carácter asociativo que, bien de forma aislada, o a veces aglutinadas en determinadas zonas o barrios de la ciudad, apuestan por la movilización cultural. Bares, librerías y otro tipo de negocios abren sus puertas a conciertos, exposiciones, charlas, talleres, presentaciones… Habas contadas. Hay que ser muy valiente para saltar sin ningún tipo de red en todo lo que huela a creación, arte, cultura, o sensibilidad estética. Por eso es imprescindible la apuesta de las instituciones públicas, en todos sus niveles, por apoyar y potenciar todas esa manifestaciones y movimientos, no por pura elegancia o superioridad estética, sino como un instrumento de enriquecimiento ciudadano, como acicate para hacer de la cultura un lenguaje que todos podamos pronunciar.

Me repito, pero la Fábrica de Armas, la Fábrica de loza de San Claudio, la Fábrica de Gas, la Plaza de Toros, interesantes espacios que se hace urgente recuperar. O lo que pasa con el Teatro Pumarín, por ejemplo, como espacio infrautilizado que ofrecería grandes posibilidades a grupos musicales nacientes, teatros amateurs, escuelas escénicas para adolescentes y jóvenes, manifestaciones de nuevas músicas urbanas… ¿Y qué decir del Mercado de La Corredoria? Hermoso espacio que hace años que acogió una Feria de Diseño. Lleva años cerrado. O con el viejo proyecto de convertir la Fábrica de Gas en un espacio expositivo, un acuerdo entre Ayuntamiento y Principado. Estamos en 2023 y el proyecto, ahora ya en manos de un fondo europeo, se decantará por la vivienda y el uso comercial. Y Oviedo sigue sin salas expositivas o de creación ciudadana que reúna las condiciones necesarias y se mantengan abiertas a todos los creadores y ciudadanos. Solo sueño y espero una cosa, que nuestra "Gran manzana del arte" rompa todas las barreras de los elitismos minoritarios y, en un proceso de contagio osmótico, se extienda hasta el último rincón de nuestros barrios, que toda la ciudad sea un hervidero de cultura.

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