Paraíso capital

Antonio Moral, ruta abierta hacia Granada

La fugaz visita a Oviedo del responsable del festival granadino de música y danza

Gonzalo García-Conde

Gonzalo García-Conde

Por norma general suelo recurrir a la poética cuando me toca describir a personajes de la vida cultural. Hablo de magia, de mística, de singularidad, del halo misterioso que les envuelve, de los sueños vaporosos que ayudan a crear. Pero hay figuras, como la de Antonio Moral, que no necesitan esto. Moral es un delantero centro de la gestión cultural, un francotirador. Nunca falla. Por esta razón sus méritos merecen ser enumerados de manera científica, no es necesario apelar a la lírica: fundador y primer director de la revista «Scherzo», padre de festivales como el «Liceo de Cámara», el «Ciclo de Lied» del Teatro de la Zarzuela, el «Mozart» de Madrid y de La Coruña; primer director del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), desde donde lanzó Universo Barroco, ciclos de jazz, flamenco o músicas del mundo; máxima autoridad artística en el Teatro Real y en la «Semana de la Música Religiosa de Cuenca»... Actualmente, está al frente del decano de todos los festivales de música de España, el incomparable Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Dentro de la clásica se le puede considerar tope gama, el tipo que lo mueve, el mágico.

La vinculación de Antonio Moral con Oviedo es fuerte, dada la relación histórica que mantenemos con la ópera, la zarzuela, la clásica y la danza. Desde Scherzo siempre tuvo un ojo vigilando nuestra ciudad. Durante los años al frente del CNDM, de su mano llegaría mucha música, como la Primavera Barroca. No es de extrañar que sea precisamente una de las ciudades que ha escogido para presentar la nueva edición del Festival de Granada.

En compañía de María Encina Cortizo, investigadora audaz y motor de la vida cultural de Vetusta, y de Aarón Zapico, al que le une una profunda relación profesional y personal, Moral repasó en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA alguno de los momentos claves de su carrera para terminar centrándose en la historia de la programación granadina. Su origen en 1883, el exclusivo privilegio de los muchos y muy variados escenarios en los que se celebra, empezando por la Alhambra; Breton, Nureyev, Rubinstein, Strauss, Stravinsky, Von Karajan y tantos nombres que han pasado por su programación.

Escuchar a Antonio Moral es un placer. Habla con una sonrisa permanente, con el entusiasmo del que siente verdadera pasión por lo que hace. Explica que un programador debe tener la capacidad de dialogar, escuchar, proponer y apostar. Aboga por una fórmula mixta entre los patrocinios privados y las subvenciones públicas para garantizar la independencia artística de la gestión cultural. Defiende apuestas como la Academia Barroca como lugar de trabajo y escaparate para nuevos músicos. Se le llena la boca de poesía cuando habla de Granada.

Como ejemplo de su trabajo, resultó definitiva la aportación de Zapico en la que explicó el proceso que le llevará este año a inaugurar el festival. La llamada de Moral proponiendo dirigir a la Orquesta Ciudad de Granada en el «Retablo de Maese Pedro», de Manuel de Falla (pieza muy alejada del repertorio del músico asturiano). Cómo aceptó a pesar de las dudas que le asaltaban. Cómo terminó convencido de hacerlo porque el discurso de Antonio dibujaba los puentes que salvan el abismo entre ambos sonidos.

Finalmente, Moral puso un vídeo resumen de los casi cien espectáculos que celebrarán en menos de un mes: el Ballet Nacional, Jorge Pardo, Bob Dylan, Masaaki Suzuki, Trifonov, Alba Molina, Igor Levit, de Jacoba, Jeff Cohen, Mariola Cantarero. Una locura inabarcable. Y después de recordarnos que Oviedo y Granada sólo están separadas por una hora de avión y otra de autobús, nos abandonó dejándonos el deseo de reconquistar de nuevo la península, sitiar y tomar el reino nazarí, pero esta vez como espectadores de su fabuloso festival.

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