A Oviedo

Cristina Coto

Cristina Coto

El pasado 18 de mayo asistí a la presentación del libro de Francisco Trinidad, "Onofre, la gran olvidada" una aproximación biográfica a la esposa de Clarín. Allí mismo supe de un libro que no conocía, "El caso Alas Clarín. La memoria y el canon literario", de Ricardo Labra, que relata la larga historia de ostracismo a que fue sometido el mas grande escritor de Oviedo, que lo es por haber puesto a nuestra ciudad en el mundo a través de "La Regenta". Seguramente aquella Vetusta pilotada por Iglesia, Universidad y Ayuntamiento se sintió soliviantada por Clarín, pero, ¿no retratan las novelas momentos históricos? ¿No es este uno de los cometidos de la literatura? Y, ante todo ¿no es, parafraseando al Quijote, la libertad, "uno de los dones mas preciados que a los hombres dieron los cielos?". Yo, que siempre la he ejercido y practicado el espíritu crítico, el disenso que propugna Vox, mi partido, no puedo más que impulsar tales actitudes, en pensamiento y en expresión verbal o escrita y hoy muy especialmente, por el grado de putrefacción de según qué consensos. En el transcurso del acto se recordó también cómo Onofre fue alumna del primer director artístico de La Castalia, otra entidad cultural centenaria de Oviedo por la que Vox ha peleado en este mandato con un éxito "justito" al tener enfrente el sectarismo más recalcitrante vestido de progre. Las letras, la música... en Oviedo todo conduce a la cultura.

Oviedo es una ciudad milenaria, con una historia riquísima y, por tanto, con una herencia cultural infinita, parte a la vista y mucha por salir. ¿Quién tuvo un rey como Alfonso II, padre de la Reconquista, que dio continuidad al legado godo nucleado en torno a la defensa de la fe cristiana y la recuperación de la unidad política y territorial que tuvo la Hispania Visigoda? Como primer peregrino a Santiago, por él somos origen del Camino Primitivo y, otra vez, frente a su extraordinario legado la proverbial ingratitud española, como afirmó Isabel San Sebastián, ha hecho que hasta de los libros de texto casi haya desaparecido.

Este texto va en cambio de gratitud, de la mía hacia Oviedo y los ovetenses a lo largo de este mandato en el que he tenido el honor de ser concejal. Si he comenzado por la cultura es porque creo que es la seña de identidad indiscutible de Oviedo, la ciudad sede de una Universidad que lo es cada día menos de Oviedo y más de Asturias. Me acusarán de localista atávica pero se trata de capitalidad, de la capital del Principado que aun es Oviedo.

A lo largo de estos cuatro años he recorrido con un grupo de incansables de Vox el centro, la periferia y nuestra hermosa zona rural, hemos escuchado y trasladado al Ayuntamiento sus problemas. La política local permite una especial cercanía y yo la he disfrutado, al término de las numerosas visitas, desde el paseo de los Álamos hasta el Codejal pasando por todos los distritos urbanos y rurales la gente nos daba las gracias y a mí me sorprendía, porque como cargo público solo cumplía mi obligación y siempre sentí que era yo quien debía darlas, lo que hago ahora de manera pública.

Oviedo tiene futuro, desde la cultura hasta el infinito resolviendo de una vez por todas su déficit empresarial, vital para fijar empleo. Este no es un artículo político sino un testimonio de gratitud y una apelación a los ovetenses para construir su futuro, pero no olvidemos que Oviedo sufre un grave proceso de descapitalización que exige liderazgos firmes, con bolsillos y teléfonos de cristal, sin oscuros pactos que remitan a otras épocas que, pese a todo, se mostraron más productivas para la ciudad. Oviedo presenta problemas enquistados, se trata de La Vega o El Cristo, del abandonado casco histórico, de las infraestructuras, de la vulnerabilidad social, de la urgencia de un Plan General que defina nuestro destino, de escuchar y tomar en consideración a los ovetenses.

En 2019, Rodolfo Espina me llamó para ser candidata por Vox en Oviedo, Santiago Abascal permitió el milagro y, cuatro años después, me siento obligada a darles las gracias a ellos, al equipo de excelencia que me acompañó en una travesía con muchos palos en las ruedas y, de corazón, a los ovetenses nobles, leales, beneméritos, invictos, heroicos y buenos. Doy las gracias igualmente a los vagos, que me obligaron a trabajar más y me dignificaron; a los mediocres, porque me enseñaron a detectar a los brillantes; y a los que andan al sol que más calienta, porque me permitieron quedarme con los de verdad.

Yo, que no oculto punto ni coma de mi pasado, sí, PP y Foro, a los que devolví el acta porque eran sus propietarios, hasta llegar a Vox, donde por fin encontré mi casa ideológica, además de daros las gracias, queridos ovetenses, os animo a ejercer vuestra libertad, vuestro espíritu crítico, sin tutelas ni tutías ni caciques de medio pelo, porque el futuro de Oviedo depende de vosotros como nuestra vida depende de cada uno, porque quien renuncia a sus orígenes y a su trayectoria pierde su identidad, y porque Oviedo es el primero que no puede perderla. Abrazo, seguimos.

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