La ciudad que quiero

Sobre la necesidad de construir un Oviedo mejor tras las elecciones

Carlos Fernández Llaneza

Carlos Fernández Llaneza

Desde los albores de la humanidad al ser humano le ha gustado vivir en compañía de otros: familia, grupos afines, comunidades de distinto ámbito buscando seguridad y bienestar. Sea del tamaño que sea es en la ciudad donde ese sentimiento de compartir espacio y vida cobra sentido. El filósofo francés Henry Lefebvre defendió "El derecho a la ciudad", recogido posteriormente en numerosos documentos internacionales y ratificado en la Declaración de Derechos Humanos Emergentes en donde se afirma "que todo ser humano y toda comunidad encuentran en la ciudad las condiciones para su plena realización política, económica, social, cultural y ecológica".

Rafael Alberti creía que "la ciudad es como una casa grande". Es decir, que la ciudad es clave para entender nuestro presente y futuro cercano. La ciudad es la protagonista de la lucha para conseguir una sociedad más justa, más culta, más amable, más humana, más sostenible, más igualitaria, más integradora, más abierta, más respetuosa, más educadora. Pero también es un espacio físico fruto de su evolución histórica. Alberga un rico patrimonio material, social, cultural, y humano. Ese espacio al que nos sentimos vinculados física y afectivamente y que define nuestra propia y personal identidad. Orgullosos de nuestro pasado, respetuosos con el presente y confiados en su futuro.

Y, por supuesto, toda esta compleja comunidad humana requiere un gobierno. Precisa para su buen andar de la política, poderosa herramienta democrática de transformación social, cuyo fin último es lograr, no solo una mayor calidad de vida individual, sino el bienestar de todos. En igualdad de oportunidades. Esa es la obligación y responsabilidad de quienes salgan elegidos en las urnas el próximo 28 de mayo. Tarea que no será solo de los políticos. Todos y todas estamos llamados a participar en esta tarea. La ciudad es nuestra.

Tenemos, colectivamente, un reto apasionante: construir una ciudad mejor.

La ciudad que quiero, que ansío, que sueño, es aquella en la que, parafraseando a la bióloga María Sintes, la revolución sea posible. Una revolución basada en afrontar un doble desafío: reorganizar su funcionamiento desde los principios de la sostenibilidad –de la coherencia con los límites naturales y con las necesidades de la población– y hacerlo, además, con la participación de la ciudadanía.

Y termino añadiendo que lo haré con ilusión. Y con amor. Porque la ciudad que quiero es Oviedo. Nuestro Oviedo.

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