Crítica / Música

"Electric Buffalo" guarda la esencia

Gonzalo García-Conde

Gonzalo García-Conde

Si alguien se preguntaba dónde estaba la escena rock de los años noventa, aquella que dialogó con otras muchas en la noche Vetusta, podría habérsela encontrado casi al completo y en plena forma en la Sala Gong Galaxy Club, en Otero el viernes pasado.

El motivo, la presentación, tras un largo silencio desde que en 2016 desapareciera el irremplazable Alejandro Espina, del tercer álbum de estudio de "Electric Buffalo", un trabajo grabado y editado con todo el mimo, bautizado como "Patrolman".

Los Búfalos de Vetusta están actualmente formados por Álvaro Bárcena, Wilón González, Sergio Tutu y Sam Rodríguez, un cuarteto de profesionales curtidos en varias docenas de proyectos propios y ajenos, que se plantean esta aventura como si fuese el patio de su recreo. Es precisamente ahí, en ese matiz lúdico, donde reside la fuerza del grupo. Lo que presenta "Electric Buffalo" en su disco, en su concepto y mucho más en su directo es un homenaje a ese rock americano del medio oeste, esa esencia eléctrica que viaja desde la pureza de los "Allman Brothers" hasta las pelotas de Neil Young. Te transporta a esos bares obreros de ciudad pequeña, al "Fargo" de los hermanos Coen. Es lo que uno esperaría escuchar si se va a tomar una cerveza antes de dormir en uno de esos míticos moteles de carretera.

Sin embargo, dudo que en los bares americanos sea fácil encontrar una banda tan potente, tan auténtica como la que se subió al escenario el otro día ante doscientos fieles entusiasmados, ni un sonido tan crudo, ni una atmósfera tan espesa, ni la posibilidad de que alguien como Sil Fernández amadrine el estreno. Aún queda una tribu rockera de retén en esta ciudad.

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