La noticia de la muerte de Amaro González de Mesa me ha conmovido profundamente. Con Amaro desaparece el último tertuliano clásico de un Oviedo que se nos va literalmente de las manos. Aunque Amaro estuvo largo tiempo ausente por sus quehaceres diplomáticos, las visitas a Oviedo eran frecuentes y su paso era obligado por nuestra tertulia de La Mallorquina. Me sorprendían sus suculentos desayunos de un par de huevos fritos y una media luna. A pesar de sus largas ausencias de la capital era un extraordinario conocedor del carácter y la retranca ovetense y su sentido del humor, característica que Adolfo Posada más destacaba de los ovetenses. Amaro era un entusiasta de las tertulias . Recuerdo que nos narraba su experiencia en Nueva York para formar una tertulia, costumbre que consideraba exclusiva de España, con sus amigos de la diplomacia vasca. Se reunían dos veces por semana en el Astoria neoyorquino y en los años 70 del pasado siglo llegaron a levantar sospechas –por lo inusual de las tertulias– de los dueños del bar de ser infiltrados cubanos en plena crisis EE UU-Cuba, lo que les obligó a mudarse de local para sus reuniones.
Estos tres últimos años han sido devastadores en la pérdida de tertulianos. De La Malloquina, en la citada tertulia matinal, han desaparecido Pedro García Conde, Álvaro Entrialgo, Luis Herrero y Manolo Cosmen, con la incorporación esporádica también procedente de Madrid en sus visitas a Oviedo de Rafael Sarandeses. De la tertulia del Reconquista han fallecido Manolo Abad, Santos Muñoz y Jaime Álvarez-Buylla, todos ellos supervivientes de la inolvidable tertulia de "Los Puritanos".
De la tertulia, a pesar de ser una costumbre tan arraigada en Oviedo, apenas existen referencias literarias, si recordamos alusiones de Valentín Andrés o Fernando Vela y, sobre todo, dos grandes reportajes de Juan Cueto y Amaro Mesa en la desaparecida "Asturias Semanal" en los años 70 del pasado siglo. La tertulia es una forma de convivencia peculiar, patrimonio casi exclusivo de los españoles y después de las corridas de toros y las misas, quizá nuestro acto más puntual... y Amaro González de Mesa fue sin duda, uno de los tertulianos más sagaces y brillantes con su recuerdo perpetuo en su ausencia del paisaje, la gastronomía, la sidra, los bolos, la gaita o la tonada. Quizá fue el gran olvidado de Oviedo los últimos años .
Descanse en paz, Amaro.