Opinión
Luis García va al cine
Del Roxy y demás salas
"(...) los niños corrían ingenuamente tras los vagones, como si quisieran escapar a su destino de ser mineros (...)" García, Luis.
Mi amigo Luis García es autor de magnífico libro de relatos, "Cuentos desde la puerta del infierno". Parecería estuviéramos ante exabruptos dantescos pero el contenido, y aún continente, se mueve alto- el si muove galileo- entre invocaciones papistas de "El nombre de la rosa", el milagrero Padre Malaquías, digo Jeremías, y el recatado Gilbert K. Chesterton.
Desbrozando ficciorealidades, Luis me traslada en fantástico golpe impreso a mi Vetusta / Lancia / Pilares. Así cuando menta el Roxy que, por topónimo, era lo más cinematográfico de la ciudad, aunque no proyectara estrenos. Los estrenos aquí eran apenas locales. La nómina de la Cartelera por orden alfabético encabezaba el Aramo, que, remodelado junto al antiguo Radio Norte, hoy Sfera, quiso llamarse San Francisco lo que impidieron campaña de sueltos de este periódico (¡No al cisco americano!). Sus promotores, Familia Figaredo, habían intentado, Los Ángeles aparte, proximidad a la llamada Meca del Cine, uniéndola al Campo, al menos por nombre. El fabuloso Francisco Arias de Velasco, director de LNE a la manera de Javier Bueno en Avance, cambiaba de bando que no de impactante vanguardismo para titular y reducir textos, repudiaba extrañamente el diseño de los Arquitectos Somolinos, pese a los buenos oficios de Enrique R. Bustelo, que intervino el proyecto, luego pariente de un tercer hermano de esos grandes técnicos / artistas, que preveían espectadores saliendo / entrando a los elegantes portal, vestíbulo, atrio y fotogramas - "foto fija" -, portalones y taquilla conservada, mientras subebaja tranvía por Toreno, denostado cuesto californiano. ¡San Francisco, por doble o triple partida! ¡Aquí no hay playa!, del vulgar letrista pop, ¡ni público para teatro o cine undergrown!
Los ovetenses saltaban de la Alta Edad Media, pasando silentes Renacimiento e Ilustración, a la modernidad del ensanche poscarbayón sustituyendo quietista Casino de Vetusta por discusiones apasionadas de los fichajes futboleros y la bendita ilusión del Jorobu (defectuoso guarismo 5 del marcador de Buenavista), o a los rugidos de fieras enjauladas en los Circos de Santa Susana y, luego, del campo de maniobras y, si la discusión persistiese, a las anécdotas de cómo el campeón beodo Alekhine derrotaba, incluido movimiento esquinado tramposo de peón/alfil, a cuarenta ajedrecistas en memorable partida simultánea. Y el "café solo" alcanzaba por taza y mesa ¡2,25 pesetas! en Peñalba, Paredes, Sevilla, Cervantes, Alvabusto... ; ¿achicoria? ¡Dos rubias-precio asociados- en Real Automóvil Club y Educación y Descanso! Ésta última en el edificio montañés desalineado de Bustelo en Plaza Catedral.
Los teatros Campoamor, Filarmónica y Principado daban también películas, tal Cinema y Santa Cruz, pero cuidando siempre la moral y las buenas costumbres
A Luis le llevaban aquellos entonces vestido de bonito a las sesiones continuas del Roxy, mientras que a mí, asumiendo ritual cinéfilo, jamás dejaban poner pie a ese Roxy, sucesor del Argañosa, y tampoco al Asturias / Postigo, pues mi mundo era el Oviedín del alma, compatible apenas al resto de la Cartelera, ocho coquetos salones bendecidos con isopo
Supe de soslayo las maniobras vaticanas del sempiterno productor Cesáreo González para que Carmen la de Ronda quedase en la calificación eclesial de 3R (Mayores con reparos) sin alcanzar 4 (¡Gravemente peligrosa!) de las laureadas rojísimas "Muerte de un ciclista" y "Viridiana", Bardem y Buñuel, que afectaría a paterfamilias indispuestos a pecar a la vista pública. Los biempensantes se afanaron a mayor control ante la rumorología que cundía de que las sesiones continuas del Roxy eran coladero de menores, por lo que ¡nada de estrenos ignotos y sí el azulado 2 / Jóvenes o el blanco 1 / Todos / incluso niños en competencia con el María Isabel! El inolvidable "Celtiberia show" de Lluis Carandell se quedaría corto ante las vitrinas clasificatorias eclesiales.
En Luis, siento con décadas de retraso que el cine es también, o simplemente es, la carcasa de vida emergente en extrarradios para la que había que peinarse también como para ir a misa.
Dante y Chesterton habrían absuelto a Luis García por su impecable lección de Literatura. No estoy muy seguro, sin embargo, que mis mayores y el Inquisidor tolerasen las demasías sin asear del Roxy / Argañosa y del Asturias / Postigo, cuyas pantallas nunca conocí.
Los hubiera visitado, tal Woody y Arthur Miller, desde Los Cuentos de Luis al envés celestial.
¡Vivan libro, libreros, clubes y lectores en la semana mágica de Aliatar y Reyes! n
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