Opinión | Con vistas al Naranco

Basilio Méndez y Tito Trapa

Los personajes de "La Regenta" y su reflejo en la sociedad ovetense

Leopoldo Alas fue consciente de lograr con "La Regenta" una obra de Arte. Suscribo la clarividente frase de Alarcos de que es la segunda novela de la literatura española, (apenas) tras el Quijote. Alas describió el Oviedo de su tiempo con personajes y personajillos. Incluso él mismo estaría reflejado, según la recientemente fallecida Carolyn Richmond, en un erudito que aparece solo en la primera parte de la magna obra. Francisco Ayala, última pareja de la profesora neoyorquina, no apoyaba semejante disparatada atribución. Contradicen también esa atribución un colega del claustro de Clarín, Víctor Díaz Ordoñez, indignado ante la posibilidad de ser el personaje, o la que, siempre atinado, hizo el gran Alarcos, según cuento en el prólogo a la edición de "Oviedo" de la Biblioteca de Autores Asturianos/Colección P. Patac de las Traviesas S.J., de que se trataba de Fermín Canella. Estas especulaciones, siempre golosas, fueron cuestionadas de raíz por J. M. Martínez Cachero y Emilio Campos, "Ernesto Conde", autoridades clarinistas. En cualquier caso, Alas mezcló con su fértil imaginación varias personas, reales y ficticias, hasta lograr armonía novelística…

Entre 1967, fallecimiento de mi abuela materna, y 1973 en que contraje matrimonio, me trasladé a vivir con mi abuelo viudo que se distraía ("mataba el tiempo"), en casa, con vespertinas partidas de tresillo. Viví entonces un curiosísimo efecto, "La Regenta" de fondo. Así yo abría la puerta a Celestino Fernández Trapa, Tito, padre de Jorge Fernández Bustillo, que sería sabio Consejero de Cultura y no menor sabio concejal; de Gerardo, gran arquitecto de espíritu humano renacentista que bien intentó al fantástico Rafael Moneo para el Auditorio; de María, excelente funcionaria con la que coincidí en Bruselas; del espeleólogo e investigador, Celestino/ "Tito", que da nombre a la famosa Cueva riosellana que superó, en sus pinturas, a Altamira y Lescaux... Trapa (Sr.) tenía rasgos comunes sorprendentes a personaje vetustense del capítulo VI, Basilio Méndez: funcionario municipal, pálido, flaco, muy buen tresillista, socio no ya del Casino sino de su sustitución por otros Clubes emblemáticos ovetenses en el XX, el Automóvil, la SOF, la temporada de ópera…

Alguna cosa no le encajaría pero me hacía ilusión que al otro lado del hueco de escalera de Fermín Canella Secades, Fruela 9, 2º piso A, donde placa conmemorativa de la fachada, un personaje de Leopoldo Alas se apareciese diariamente como desprendido de la novela, tal ensayaría Unamuno en "Niebla", o, mezcla marca Clarín, introduciendo la técnica peliculera de Woody Allen en "La Reina de África" y, ¡a mismas horas!, las apariciones de la conocida Virgen de Garabandal, en la frontera oriental asturiana. "La Regenta" no es solo fuente inagotable de atribuciones contemporáneas sino también futuras, puro azar en el marco de una Vetusta que ha cambiado radicalmente, pero mantiene varias constantes vitales. Por otra parte, ¿qué decir, v.g., de Saturnino Bermúdez / Joaquín Manzanares, o Emilio Marcos?

Aprovechando amistad con Tito Sr., que, por su posición colocado frente a las mesas de los demás funcionarios, mandaba con gesto y personalidad en la planta baja del Ayuntamiento, y con la también adorable Palmita Villa, archivera en la jaula del altillo junto a la cúpula, saqué mi investigación de "Indalecio Prieto y Oviedo" (no puedo menos de horrorizarme porque el cultísimo tándem Can/Cu intente, en su estulticia, suprimir calle al político y pensador ovetense y español, al que concejales anteriores ya quisieron cortar hoja del Registro Civil)

Sánchez Ferlosio, el mejor novelista del siglo XX, del que el eminente periodista e intelectual Miguel Ángel Aguilar me convenció presentase en Estocolmo a la Academia sueca para el premio Nóbel, escribió que Alas "no amaba a sus personajes, exceptuando a Frígilis y Ana".

Basilio Méndez, aunque muy secundario, no entraría en la nómina ferlosiana de personajes amados por su creador. Desde luego, de haber Tito Trapa coincidido conmigo en las consistoriales o, salvando niveles y anacronismos de tiempo/ficción, con el mismo Alas, aparecería en letras de oro pues sus ponderación, sapiencia jurídico administrativa, talento, -que ya destacaba Fernández del Viso– europeísmo, cultura y bonhomía nos habría conmovido, insisto en niveles, a Alas y a mí, positivamente, muy positivamente.

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