Opinión
Juan Vicente García Cabricano
Mediavilla, espíritu inquieto y científico
Desde que el viernes de la semana pasada falleciese el psiquiatra y escritor José Luis Mediavilla, las muestras de cariño y reconocimiento hacia su figura no han cesado, ni siquiera tras el multitudinario funeral celebrado el pasado martes en la basílica de San Juan. En el artículo que sigue, el también psiquiatra Juan Vicente García Cabricano rinde su particular homenaje a Mediavilla. Además, aprovecha para reproducir un artículo inédito inspirado a su vez en un escrito que el psiquiatra publicó en este diario hace dos años.
Un hombre de la talla del doctor José Luis Mediavilla Ruiz, con una personalidad tan acusada y un don de gentes desbordante no cabe duda que ha ofrecido múltiples perfiles de sus inquietudes profesionales, culturales y sociales a lo largo de su vida. En lo que a mí respecta, después de muchos años de conocerlo como colega y amigo. Y en momentos como este, no puedo por menos recordar aquellos tiempos en que ambos pertenecíamos a la Sociedad Phronesis, fundada por el neurocirujano Dr. Fernando Bueno (recientemente fallecido, vaya para él nuestro entrañable recuerdo) hermano del insigne filósofo y gran español Don Gustavo Bueno. Ya que al amparo de Phronesis, en uno de aquellos congresos que promovía esta sociedad, el Dr. Mediavilla, el Profesor Sarró y yo hicimos una incursión en el Hospital Psiquiátrico de Oviedo a la búsqueda de pacientes con mitologemas o deliremas. Hace dos meses las últimas noticias sobre el Dr. Mediavilla las tuve por medio de nuestro común amigo el médico humanista Dr. Ángel Álvarez, eminente internista del Centro Médico de Asturias.
Mas hoy quiero traer a esta página el recuerdo de José Luis, y en cierta medida hacer un homenaje a su quehacer como psiquiatra, con un artículo escrito en el 2022 e inacabado (en aquellos días que lo estaba haciendo, razones ineludibles me impidieron terminarlo) que él me motivó tras leer uno suyo en LA NUEVA ESPAÑA, diario del que era colaborador habitual. Compartíamos desde la perspectiva psiquiátrica muchas ideas, coincidencias que pueden verse en alguno de mis libros como "Del fracaso amoroso. De la belleza. De la posmodernidad", libro que precisamente fue publicado en la colección Delirema que el mismo José Luis Mediavilla Ruiz había fundado. Es más, nuestra común visión de la psiquiatría antropológica en la línea de Jürg Zutt, puede encontrarse en mi último trabajo publicado en el 2023, escrito en colaboración con el profesor Juan García Crego, titulado "Luis II de Baviera, El Rey Loco" (Ludwig, 1973). La peritación psiquiátrica para una incapacitación, un caso histórico.
A continuación, reproduzco el texto que inicié en octubre de 2022 y que ahora culmino.
Pero, ¿aún existe la Psiquiatría. (
Oviedo, 19-10-2022)
Mi colega y dilecto amigo el Dr. Mediavilla Ruiz ha escrito hace unos días un artículo en LA NUEVA ESPAÑA que me ha movido a ciertas reflexiones que expondré a continuación:
De comienzo diré que suscribo de la primera a la última palabra todas sus afirmaciones, pues pienso que con ese espíritu inquieto, pero a la vez sostenedor de la estructura científica de la psiquiatría que siempre ha caracterizado a José Luis; junto con ese don de gentes que posee en grado sumo, se siente uno como psiquiatra estimulado a reflexionar sobre el presente y futuro de lo que, de por vida, ha sido la razón de ser de nuestra propia existencia profesional.
Y la conclusión al respecto no puede ser más pesimista, la psiquiatría, que es una rama de la medicina, parece haber dejado de existir, ha quedado diluida, difuminada en un algo que se llama salud mental y que francamente confesaré que no sé qué es. La historia de la psiquiatría como ciencia ha sufrido unos avatares similares a los de otras ramas de la medicina, al punto de que partió nominalmente como territorio de los alienistas hasta el presente en el que creo que a los psiquiatras ya se les debería llamar expertos o técnicos en salud mental y de ahí a que no necesiten ser previamente médicos solo queda un pequeño paso. ¡Ah!, por supuesto, los psiquiatras ya no somos los loqueros.
Y si me apuran bienvenidos serían los términos que líneas atrás he mencionado sino fueran preludio o prácticamente realidad de una total degradación de una honrosa profesión. Ya que, si a fin de cuentas pensáramos que se acabaría así con un supuesto corporativismo de nuestra profesión, pues adelante, si fuera por bien del paciente, enfermo o "ciudadano". Pero es que lo grave o la gravedad del tema está en que al haber creado una confusión tal en el diagnóstico y tratamiento de lo que son las enfermedades psiquiátricas, el daño que se está causando a la sociedad y al paciente en sí, no puede ser mayor.
A finales del siglo XIX y primeros decenios del XX, la psiquiatría alemana era quien abanderaba sus avances, Kraepelin y discípulos marcaron la pauta de lo que sería la llamada psiquiatría organicista, que viene a coincidir prácticamente en el tiempo con el auge de otro enfoque distinto de las enfermedades psiquiátricas: el psicoanálisis. La historia de esas épocas es bien conocida, no obstante, sí quisiera dejar un apunte: Freud, siempre insistió en que los psicoanalistas fueran médicos. Con Lacan (pese a su excelente formación psiquiátrica, fue compañero de Henry Ey, y Ajuriaguerra) esa exigencia se olvidó y las consecuencias de las múltiples escuelas lacanianas y adláteres, en Francia y Argentina, etc., ahí están para quien quiera sacar conclusiones.
El otro momento, si cabe llamarlo así, y que coincide con mi época de formación psiquiátrica es el de la aparición de la antipsiquiatría, los primeros años setenta del pasado siglo fueron su reinado. Las tesis de Laing (El yo divido fue su libro capital), Cooper, Franco Basaglia, etc., llegaron a cuestionar gravemente el quehacer psiquiátrico y a esas ideas suele atribuirse el cierre de muchos hospitales psiquiátricos. Las consecuencias fueron tremendas en cuanto a la gran repercusión social que supuso la puesta en la calle de muchos pacientes psicóticos y, sobre todo, para el propio paciente arrojado al mundo exterior, en muchos casos, sin ningún amparo. Mas esa etapa se fue superando con el abandono de muchas de las ideas que inicialmente dieron cuerpo al citado movimiento. Lo que si fue cierto al final, y los diversos estudios al respecto ahí están para evidenciarlo, es que lo que realmente contribuyó a cerrar definitivamente muchos hospitales psiquiátricos no fueron esas pseudoteorías psiquiátricas sino el descubrimiento de los psicofármacos y en especial los antipsicóticos, que permitieron y dieron una nueva dimensión más humana y más plena desde el punto de vista existencial al paciente psiquiátrico.
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