Opinión | con vistas al naranco

Peña Mea traspasada en parapente veloz

"L’Arcón" del emblemático pico asturiano es una seña de identidad del Paraíso Natural

"¿Qué hacen tres tipos saltando de parapente a 1.500 metros de altura (...) para atravesar a 200 km / h (...) Peña Mea?" Interrogante de Pablo Tuñón en este periódico evocando el mito Ícaro / Dédalo y / o el sueño humano desde los orígenes de la especie. El lugar para este último salto atrae además especialmente por el carácter conmovedor del ojo de caliza de Peña Mea, "L’Arcón" tal se conoce in situ, Concejo de Aller, del que han sido alcaldes mis amigos Tom Barettino, con el que platico animosamente a diario, y Gabriel Villalta que, apartados de la vida pública, mucho estimo a ambos.

Peña Mea es maravilla caprichosa de la naturaleza y más maravilla aún traspasada por semejante nave en cuidado y delicado viaje de componentes juliovernianos. Me trae, quiera yo o no, al magín el icono de la emblemática casa Rolls Royce de mujer alada que legendariamente debió inspirar una española, ¿asturiana?, ¿amor de un propietario / creador de la elegante marca?

El nombre del reconocible emblema es "Spirit of Ecstasy" (El espíritu del éxtasis, en castellano); llamado "Flying Lady" (Señora Voladora) por mi admirado Aldous Huxley, del que su contrapunto casi se aproxima a La Regenta sin que entonces todavía John Rutherford la hubiese difundido en lengua inglesa. Igualmente se llegó a popularizar como "The Whisperer" (Susurro) y Espíritu de velocidad, "The Spirit of Speed", hasta ese "Spirit of Ecstasy", en línea al que acaba de atravesar fantástica seña de identidad asturiana o Paraíso Natural.

Cuenta también otra leyenda paralela que la inspiración última para la mascota fue Sonia Araquistain, hija de Luis, líder socialista. Amiga de Luis Cernuda, ella misma poeta de espíritu y escritura. Rafael Martínez Nadal, traído a Oviedo por el inolvidable Juan Benito a inaugurar la fabulosa Tribuna Ciudadana en 1980, nos detallaba la confidencia de esta enigmática fémina: "Primero fui reptil, luego me erguí en cuatro patas, después gacela, ahora soy mujer. Mañana o pasado volaré. ¡No inquietar, que yo ya puedo volar!". Un drama literario, en definitiva, hecho lamentable, y previsible, fatal trastazo; sin duda, también susurro, que la llevó a tirarse al vacío con frágiles alas en el londinense Bayswater.

Unos Ícaro / Sonia pudieron, en cielo allerense, realizar, tiempo pasado, periplo mágico de parapente traspasando capricho de la Naturaleza o del Paraíso Astur, digo Natural.

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